jueves, 26 de septiembre de 2013

Historia del regimiento de caballería 6 blandengues

LIBRO “EL REGIMIENTO DE CABALLERÍA DE TANQUES 6 “BLANDENGUES”, SU OBRA BENEFACTORA EN CONCORDIA Y MÁS ALLÁ.  TRABAJO DE SEMINARIO DEL PROFESOR DE HISTORIA Y LATÍN FLORENTINO ESCOBAR – PROFESORADO CONCORDIA – ENTRE RÍOS - AÑO 1995.

CAPÍTULO I

LOS PRIMEROS SOLDADOS CRIOLLOS DE CABALLERÍA LLAMADOS "BLANDENGUES"
ORIGEN DE LOS SOLDADOS BLANDENGUES
Santa Fe, ciudad fundada por Juan de Garay en l573, y perteneciente a la Gobernación de Buenos Aires, se encontraba, a principios del siglo XVIII, en una situación calamitosa.  Los aborígenes la asediaban constantemente, impidiendo su desarrollo y estabilidad.
Era necesario poner freno a sus actividades destructoras.  Con esa finalidad, las autoridades de Santa Fe decidieron la creación de un cuerpo militar que respondiera a las características de la lucha que practicaba el aborigen.  La experiencia había hecho ver que el soldado español era ineficaz en tal misión.  Así  surgieron los milicos que se llamaron blandengues: hombres del lugar, endurecidos en la lucha diaria contra el aborigen agresor, adaptados al clima y conocedores del terreno, rápidos en la acción y resistentes a las fatigas.
¡Era necesario combatir al aborigen con sus propias armas!
El Cabildo de Santa Fe llevó a cabo el proyecto y envió, en 1724, un comisionado a España para que explicase la  situación de la ciudad y gestionase la asignación de un cuerpo  militar armado y equipado, pagado con fondos reales.  El Rey accedió al pedido por Real Cédula del 18 de agosto de l726.  Aunque antes de esa fecha, el 31 de agosto de 1724, el Gobernador de  Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala, había autorizado a Santa Fe a reunir cien hombres forasteros, pagándoles siete pesos y cuatro reales al mes, y formar con ellos dos compañías a las órdenes de los capitanes Miguel de Siburu y Juan Gómez Recio. (1)
Por lo expuesto, creemos que debe considerarse el 18 de agosto de 1726, como la fecha de la creación del cuerpo miliciano, que se llamaría de blandengues.  No obstante, es probable que la fecha de la formación de este cuerpo, haya sido cercana a la fecha de la fundación de la ciudad de Santa Fe. (Ver Anexo, Doc. Nro. 1)
En cuanto al término blandengues, no se ha determinado con exactitud su procedencia. Federico Cervera lo hace provenir del verbo " blandear ": hacer que otro cambie de parecer o propósito, vencer una voluntad. En cambio, para Roberto Marfany, deriva de "blandearse": moverse de una parte hacia otra.  La segunda posición es más afín a la función de esta tropa, la cual consistía en batir la campaña.  Está comprobado documentalmente que ya en 1742 y 1743 se denominaban de blandengues, en Santa Fe, a las compañías creadas en 1726. (2) Dejamos aclarado que el historiador Félix de Azara sostiene, que la denominación "blandengues" se debió a que los integrantes de ese cuerpo blandieron sus lanzas al ser revistados por el Gobernador Andonaegui. (3)
Por lo tanto, los blandengues, como expresión nominal y realidad, tuvieron su origen en la ciudad de Santa Fe. (4)
BUENOS AIRES IMITA EL EJEMPLO
A mediados del siglo XVIII, Buenos Aires se debatía en una situación similar a la de Santa Fe: sus milicias, que contribuían en la defensa de la población contra las incursiones de los aborígenes, eran ineficaces. En consecuencia, sus autoridades idearon la creación de un cuerpo miliciano especial, a semejanza del que existía en Santa Fe.(5)
La idea se concretó y dicho cuerpo fue creado por acuerdo del Cabildo de Buenos Aires del 8 de febrero de l751, pero organizado recién a partir de abril de l752, con la aprobación del Gobernador Andonaegui, quien, siendo también Capitán General, tenía atribuciones para la creación y organización de unidades de milicias.  No obstante, se requirió la aprobación real para aplicar los gravámenes destinados a obtener los fondos para equiparlas.  El Rey accedió a dar su aprobación el 7 de setiembre de l760, cuando hacía ya ocho años que las compañías estaban instaladas en las fronteras de  Buenos de Aires.  La formación de las tres compañías, que más tarde se llamarán de blandengues, contribuyeron a la consolidación de la línea fronteriza que corría más o menos paralela al curso del río Salado. (Ver Anexo, Mapa Nro. 1)
Por lo tanto, se debe tener como fecha oficial de la creación de los blandengues de la frontera de Buenos Aires, el año l752. (6)
El historiador Juan Beverina, apoyándose en la antedicha aprobación real, establece como fecha de la creación de los blandengues el año l760. (7)


LAS MILICIAS: LOS BLANDENGUES.
Las milicias estaban formadas por vecinos de la ciudad, que se alistaban para salir en defensa de la campaña sólo cuando era necesario. (8)  Los blandengues eran milicias, pero "especiales", que vigilaban permanentemente la campaña. (Ver Anexo Foto Nro. 1)
La vida de este soldado estaba ligada al fortín.  Este lugar poco acogedor fue descripto como "cuatro palos, un techo de paja y un mangrullo que cimbraba a los vientos de la pampa". (9) Más adelante, con el tiempo y las reformas militares, sería un lugar más civilizado. (Ver Anexo, Plano Nro. 1 y Grabado Nro. 1)  Desde sus comienzos, este rudo soldado fue un elemento civilizador, brindando un poco de sosiego con su presencia, a la población que guarnecía.
Respecto a la eficacia de estas agrupaciones de blandengues, decía el Cabildo de Buenos Aires a diez años de su creación:
"[...] temerosos los indios de haber pronta preparación para castigar sus atrevimientos, no hay noticias que hayan hecho el menor considerable asalto ni que haya sucedido muerte, robo o cautiverio alguno, cuando todo esto era antes tan frecuente [...] (10)
Redundaría seguir insistiendo en la  trascendencia que ha tenido para la civilización, la actuación de este cuerpo miliciano.
Respecto a los aborígenes, cabe considerar que no todos ellos fueron, despectivamente, "salvajes". Los españoles, desde su arribo a América, contaron con su inestimable colaboración para penetrar estas regiones desconocidas, encontrando en ellos generosos aliados. (11)
REORGANIZACIÓN DE LOS BLANDENGUES
Entre l779 y 1780,  el Virrey Vértiz se preocupó por reorganizar a los blandengues.  En los de Buenos Aires aumentó las compañías, el número de sus efectivos y constituyó con ellas el Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires.  Además, a propuesta suya, se dictó el 3 de julio de 1784, la Real Orden que elevó a éste cuerpo, y por analogía también a la Compañía de Blandengues de la ciudad de Santa Fe, a la categoría de tropa veterana.
También en Montevideo, banda oriental del Río de la Plata, se creó en 1796, por orden del Virrey Melo, una organización veterana similar que se denominó Blandengues de la Frontera de Montevideo, la cual, tiempo después, estuvo al mando de D. José Artigas. (12)


RESUMEN DE LA TRAYECTORIA DE LOS SOLDADOS BLANDENGUES HASTA SU LLEGADA A LA CIUDAD DE CONCORDIA
Los blandengues en:
1770:
Hicieron una entrada contra los aborígenes tehuelches  que  los llevó hasta el río Colorado.
1801:
Actuaron contra los portugueses, quienes, como consecuencia de la "Guerra de las Naranjas" entre España y Portugal, habían ocupado las Misiones Orientales.
1806:
Se batieron contra los ingleses en el combate de Perdriel y en la Reconquista de Buenos Aires.
1807:
Actuaron en la Defensa de Buenos Aires y en Montevideo contra los ingleses.
1810:
En junio, fueron reestructurados como Regimiento de Caballería de la Patria. Cien de sus hombres integraron la Expedición de Auxilio a las Provincias Interiores, y participaron en los combates de Cotagaita y Suipacha. El resto de éste cuerpo, incluyendo los blandengues de Santa Fe y otras fuerzas agregadas, fueron puestos a órdenes del Vocal de la Junta, Manuel  Belgrano, para integrar la Expedición al Paraguay. (13)
1812:
Fueron disueltos como cuerpo, y parte de su personal se incorporó al nuevo regimiento de Dragones de la Patria.
1816:
El Director Supremo Pueyrredón decretó el restablecimiento del antiguo Regimiento de Caballería de Blandengues de la Frontera.
1820:
Fueron disueltos por segunda vez, a raíz de la  caída del Gobierno Nacional.
1822:
Fueron reorganizados con su antigua denominación de Blandengues de la Frontera, en la cual continuaron su labor.
1826:
Recibieron la denominación de Regimiento 6 de Caballería de Línea, como resultado de la reorganización militar  efectuada por el Presidente Rivadavia, que sustituyó los nombres de los Cuerpos militares por números. Aquí dejaron de usar su original nombre de blandengues.
1828:
Tuvieron a su cargo la fundación de los fuertes 25 de Mayo (actualmente ciudad) y de Laguna Blanca (cerca de Olavarría, Buenos Aires).
1829:
Fueron disueltos al ser derrotados por las fuerzas de la sublevación de Lavalle, en Navarro.
1830:
Reaparecieron como Regimiento 6 de Caballería de Campaña.
1830/1852:
En este extenso período, en el cual bajo la influencia de D. Juan Manuel de Rosas surgió la Confederación Argentina, estas unidades fueron organizadas sobre la base de un escuadrón permanente de carabineros de línea y completados eventualmente con otros cuatro escuadrones de milicianos. (14) El Teniente Coronel Manuel Pueyrredón fue designado Jefe de Escuadrón del Primer Escuadrón de Línea del Regimiento 6 de Caballería de Campaña. (15)  Participaron  en la Campaña al Desierto contra los aborígenes rebeldes, llevada a cabo por el Comandante  de la Campaña de Buenos Aires, Juan M. de Rosas, y llegaron hasta el río Colorado. También participaron en las acciones  contra los unitarios, en Chascomús, Quebracho Herrado, Famaillá, Rodeo del Medio y Arroyo Grande. En la batalla de Caseros se diluye el Ejército  Nacional y el Regimiento 6 de Caballería de Campaña que formaba parte de él.
1854:
Reaparecieron como Regimiento de Dragones Nro. 6, al  reorganizar el Presidente Justo José de Urquiza el Ejército Nacional. Guarnecieron la frontera de Salta.
1856:
Se los denominó Regimiento Nro. 6 de Caballería de Línea, por decreto del día 22 de diciembre.
1859:
Participaron en la batalla de Cepeda.
1861:
Participaron en la batalla de Pavón, en la cual, como consecuencia de la derrota de Urquiza, se produjo la disolución del Ejército Nacional, y con él la del Regimiento Nro. 6 de Caballería de Línea.
1863:
A partir de un escuadrón que existía en la frontera norte de Santa Fe, se decretó la creación del Regimiento 6 de Caballería de Línea como consecuencia de la reorganización del ejército del Estado Nacional.  Permaneció en la frontera de Santa Fe hasta 1874.
1874:
Sofocaron con otras fuerzas, y a las órdenes del Coronel Julio A. Roca, el levantamiento del  General Arredondo, consecuencia de la rebelión del General Mitre. Participaron triunfantes en el segundo combate de Santa Rosa.
1875:
Volvieron a la frontera norte de Santa Fe.
1879:
Participaron en la campaña del General Roca al Río Negro; al término de la misma permanecieron en Carhué (Buenos Aires). En 1880, se sumaron a las  fuerzas  nacionales  que sitiaron a Buenos Aires debido al conflicto entablado por la federalización de la ciudad.  Luego, regresaron a Carhué.
1882:
Fueron destinados a la Capital Federal, campamento de La Chacarita.
1884:
Fueron destinados a la frontera norte de la Argentina, donde participaron en las operaciones de la conquista del Chaco que llevaron la línea militar hasta el río Bermejo.
1885:
Regresaron a Buenos Aires.
1886:
Volvieron al Chaco.
1890:
Regresaron a la Capital Federal debido a un alzamiento cívico-militar.
1891:
Volvieron al Chaco.
1891/1896:
Alternaron distintas guarniciones en poblaciones de Santa Fe, Chaco y Corrientes:  Resistencia, San Roque, Bella Vista, Resistencia, Monte Caseros, Barra de Concepción, Paso de los Libres y Santo Tomé. A fin de 1896, marcharon al campamento de Santa Catalina, Córdoba.
1897:
Pasaron a formar parte de la "División Centro", permaneciendo en Villa Mercedes ( San Luis ). (16)
1899:
Requeridos por su experiencia, fueron destinados para  integrar la División de Operaciones en el Chaco. Guarnecieron sucesivamente: Fortín Chilcas, Fortín Tostado, Tacurú y Fortín Tostado, ( 17 ). Allí estableció su cuartel y permaneció hasta el 04 de setiembre de 1911. (18)  En 1907: Constituyeron con los regimientos 5, 7 y 9 de caballería, las Fuerzas de Operaciones en el Chaco, con la misión de completar la ocupación de dicho territorio.  El grueso del Regimiento de Caballería 6 realizó dicha ocupación hasta el kilómetro 177 de la línea férrea de  Barranqueras. Luego, pasaron a Presidente Roque Sáenz Peña.
1914:
Fueron destinados a Concordia, Entre Ríos. (19)
Según registros oficiales, el Regimiento  de  Caballería  6 pasó a su actual guarnición de Concordia el 01 de junio de 1914.  Sin embargo, el diario local El Litoral, del  día  20 de mayo de 1914, anunciaba, en su sección ` Ecos locales ', que a la hora  10.00  había llegado dicha Unidad, procedente de  Curuzú Cuatiá. (20)  Esta  población fue el último asentamiento que tuvo  la  Unidad  antes  de su llegada  a Concordia.  Por esta causa, había elevado al Ministro de Guerra una protesta por la cual se oponía al traslado del  Regimiento 6 de Caballería. (21)
Esta fue la trayectoria de la unidad más antigua del Ejército Argentino.  Si tomamos como fecha de la creación de los blandengues 18 de agosto de 1726, fecha en la cual el Rey accedió al pedido del Cabildo de Santa Fe, dicha trayectoria abarcó 188 años.  Concordia sería el lugar de reposo para esta veterana Unidad. (22)
En Concordia, el Regimiento 6 estableció su cuartel en la Sociedad Rural de Concordia, actual esquina de las avenidas San Lorenzo y Eva Perón.
El 01 de agosto de 1916, trasladó su cuartel a un local en el Saladero Nébel, donde permaneció hasta el 15 de diciembre de 1922.  En esa fecha pasó a ocupar los campos próximos a dicho Saladero. (23)
Para el año 1933, el Regimiento 6 ya se encontraba en su actual cuartel, ubicación encuadrada por las actuales calles San Juan y Arruabarrena.  Estos terrenos fueron donados por la  Municipalidad de Concordia en el año 1922, en la Intendencia del señor P. Urruzola, quien realizó los trámites para que se aceptara esta  donación.  El Presidente de la Nación Hipólito Yrigoyen aceptó la donación y firmó el decreto respectivo para que se instalaran en Concordia los cuarteles del Regimiento de Caballería 6, respondiendo con este gesto, a los  intereses de la comunidad de Concordia. (24)
El 14 de mayo de 1964, ocurrió un hecho que llenó de alegría a la Unidad y la ligó más a su esencia original: recuperó, y para no perderlo nunca más, su antiguo y glorioso calificativo de "blandengues", que había perdido en 1826, con las reformas que llevó a cabo Rivadavia.  En 1969, empujados por las exigencias de la modernización del Ejército, los blandengues dieron un adiós doloroso aunque no definitivo a los aperos, y dedicarían su atención a los nuevos caballos de acero que imponía el progreso.  Al mecanizarse, la Unidad pasó a denominarse Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 6 "Blandengues".  Y, con este ritmo, en el año 1975, se convirtió en Unidad de tanques, llamándose Regimiento de Caballería de Tanques 6 "Blandengues". (25)  Como recompensa y mérito a su larga experiencia y abultada carga histórica, en el año 1992, la Unidad se convirtió en Regimiento Escuela y pasó a llamarse Regimiento de Caballería 6 Escuela "Blandengues", dependiente de la Escuela de Caballería por anexionarse a la misma. (26)  Desde ese momento, enriquecería con su aquilatada experiencia a los hombres del Arma de Caballería de toda la Nación.
Desde su creación, 1726, hasta la actualidad, 1999, este cuerpo atesora 273 años de existencia.
¡Adelante, Blandengues!


N O T A S  D E L  C A P I T U L O  I
1. BEVERINA, Juan.  El Virreinato de las Provincias  del  Río  de  la Plata; su organización militar. Buenos Aires,  Circulo  Militar, l935.  Bibliot. del Oficial, vol.204-205, pág. 61 y 216.
2. MUSCHIETTI, Ulises M.  Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Regimiento 6 de Caballería de Línea. Regimiento de Caballería de Tanques 6. (En: Revista Militar. Enero- Abril. Bs. As., Circ. Mil., l987. Nro. 716, pág. 22.)
3. VIDAL, Carlos E.  Historia del Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 6 Blandengues. (En: Diario 'El  Sol',  Suplemento Día del Ejército. Concordia, jueves 29 de mayo de l980. Pág. 2.)
4. BEVERINA, J.  Op. cit. pág. 216.
5. MUSCHIETTI, U. M.  Op.cit. pág. 21.
6. MUSCHIETTI, U. M.  Las unidades veteranas del primer ejército de las Provincias del Río de la Plata -1810- y su continuación histórica. (En: Revista Militar. Julio-Diciembre. Bs. As., Circ. Mil., 1983. Nro. 711, pág. 52.)
7. BEVERINA, J.  Op. cit. pág. 218.
8. ESTRADA ABALOS, José M.  Fuerzas complementarias. (En: Boletín Informativo, Año IV, Nro. 5/6, serie I. Bs. As., Comando en Jefe del Ejército, 1971.  Págs. 253-254.)
9. CASACCIA FULCO, Olga G. de.  La mujer en la conquista del desierto. (En: Revista Militar. Julio-Setiembre.  Bs. As., Circ. Mil., l981.  Nro. 705, pág. 57.)
10. MUSCHIETTI, U. M.  Cuerpo de Blandengues...  Op. cit. pág. 22.
11. RIVERO, Pedro E.  Aporte del aborigen argentino a la soberanía nacional.  (En: Manual de Informaciones.  Vol. 21. Setiembre-Diciembre.  Bs. As., Cdo. en Jefe del Ejérc., 1979.  Nro. 516, pág. 129.)
12. BEVERINA, J.  Op. cit. págs. 72-219.
13. MUSCHIETTI, U.M.  Cuerpo de Blandengues...  Op. cit. pág. 24.
14. MUSCHIETTI, U.M.  Cuerpo de Blandengues...  Op. cit. págs.24 y 25.
15. VIDAL, Carlos E.  Op. cit. pág. 3.
16. MUSCHIETTI, U.M.  Cuerpo de Blandengues...  Op. cit. págs.25 y 26.
17. VIDAL, Carlos E.  Op. cit. pág. 6.
18. Comisión de Antecedentes Históricos.  Libro del Centenario de Tostado. Santa Fe, [Lux S.R.L.], 1991. Págs. 77 y 78.
19. MUSCHIETTI, U.M.  Cuerpo de Blandengues...  Op. cit. pág. 26.
20. BLANES, Francisco (Dir.).  Diario `EL LITORAL'.  Año XIV, Nro. 5.001.  Concordia, miércoles 20 de mayo de 1914.  Sección `Ecos locales', pág. 1, rev. col. 7 y 8.
21. Ídem. Ob. cit. Año XIV, Nro. 4.098. Concordia, sábado 16 de mayo de 1914.  Pág. 1.
22. MUSCHIETTI, U.M.  Cuerpo de Blandengues...  Op. cit. pág. 26.
23. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues".  Libro Histórico.  Concordia (E.R.). T. 2, págs. 66 y 334.
24. Dir. LUQUE, A. L. de. Diario `EL LITORAL'. Concordia, jueves 20 y viernes 21 de abril de 1922. Año XXII, Nro. 6.397 y 6.398. Pág. 1, col. 8 y pág. 1, col. 6.
25. MUSCHIETTI, U.M.  Cuerpo de Blandengues...  Op. cit. pág. 26.
26. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues". Orden del Día Nro.76/92. Concordia, 24 de abril de 1992.

CAPÍTULO II

LA EDUCACIÓN PRIMARIA EN EL REGIMIENTO DE CABALLERÍA 6
PANORAMA GENERAL DE LA EDUCACIÓN PRIMARIA A NIVEL NACIONAL.
Era una preocupación de los gobiernos de la época, finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el problema de la educación.  Se intentaba combatir el analfabetismo a nivel nacional, priorizando la educación primaria.  Después de la sanción de la Ley de Educación Común Nº 1420, en 1884, se reforzó dicha norma con la sanción de la Ley Nº 4874, proyectada por el Senador Manuel Láinez, la cual perseguía el fin de nivelar la educación nacional a través de la diseminación de la educación primaria.  Para lo cual, autorizaba al Consejo Nacional de Educación a establecer escuelas elementales en las provincias que lo solicitaran. (1)
            El Ejército no fue ajeno a este problema nacional. Como prueba de esto, el Presidente Julio Roca, en l901, a través de su Ministro de Guerra, el Teniente General Pablo Ricchieri, consiguió la sanción de la Ley de Organización del Ejército Nacional, Nº 4031.  Esta norma, conocida como Ley Ricchieri, no sólo tenía por objeto asegurar la estabilidad del efectivo del Ejército, también cumplía finalidades sociales.  Una de ellas era que los argentinos de los rincones más lejanos del país pudieran acceder a la alfabetización. (2)  Esta finalidad se desprendía del espíritu de la Ley 1420, la cual establecía en su art. 7º el amplio concepto de que la enseñanza debía darse "conforme a las necesidades del país".
            En las escuelas tipo Láinez se desarrollaba un plan de estudios hasta el cuarto grado inclusive.  Los alumnos debían, principalmente, aprender a leer, escribir y contar.  Los que tuvieron la dicha de frecuentar estas escuelas, han dejado de ser analfabetos en el sentido estricto de esta expresión. (3)  Con los debidos ajustes al marco castrense, el Ejército tomó en su mano esta experiencia y surgieron, con la colaboración del Consejo Nacional de Educación, las escuelas elementales dentro de sus cuarteles.  Se adaptaron los programas y planes de enseñanza para que coincidieran con el período de incorporación del soldado, es decir, para el tiempo aproximado de un año.  En el año 1946, llegaron los primeros programas adaptados para estas escuelas, que preveían quince horas semanales de clase, de cuarenta minutos cada una.  Incluían la enseñanza de Matemática, Lenguaje, Historia, Geografía, Moral Cívica y Naturaleza. (4)
            Así definía a estas escuelas, el Consejo Nacional de Educación, en un programa del año 1960:
" Las escuelas primarias anexas a las FF .AA. fueron creadas con el fin de proporcionar a los conscriptos el mínimo de conocimientos establecidos por la Ley 12.119.  Desenvuelven su acción en los cuarteles,(...) Es decir, que la autoridad militar proporciona los alumnos y locales.  El personal depende del Consejo Nacional de Educación, como así también los funcionarios que las inspeccionan.  Se rigen por un reglamento (...) aprobado por decreto del 3 de noviembre de 1953..." (5)
            La citada Ley 12.119, fue promulgada el 18 de octubre de 1934, y es una modificación a la Ley de Educación Común 1.420.  Establece que el mínimo de enseñanza para las escuelas ambulantes y de adultos, comprendería lectura, escritura, aritmética, moral y urbanidad, nociones de idioma nacional, de geografía nacional y de historia nacional, explicación de la Constitución Nacional, enseñanza de los objetos más comunes y cursos especiales elementales relacionados con las actividades industriosas de carácter general y regional. (6)
            En cuanto al reglamento, también citado, creemos que fue el primero que reguló el funcionamiento de estas escuelas. El primer reglamento fue suplantado por otro, aprobado por Decreto  Nº 3.138, del 24 de abril de 1961; éste fue derogado por el reglamento aprobado por Decreto Nº 6.669, del 31 de diciembre de 1971, del Ministerio de Cultura y Educación (DINEA).  El actual Reglamento de las Escuelas Anexas a las FF.AA., fue aprobado por el Ministerio de Educación en el año 1983, y derogó todos los anteriores.  En él se especificaba que la misión de estas "escuelas primarias de cuarteles", consistía en atender a los soldados analfabetos y semialfabéticos, con la finalidad de que éstos superaran esa triste situación.  De este modo, para miles de jóvenes argentinos, el Servicio Militar les brindaba, quizás como única oportunidad en su vida, la posibilidad de acceder a los conocimientos básicos de la cultura. (Ver Anexo, Doc. Nº 1)
DESARROLLO Y RESULTADOS DE LA EDUCACIÓN PRIMARIA A LOS SOLDADOS ANALFABETOS DEL REGIMIENTO DE CABALLERÍA 6.
En las instalaciones que ha tenido el Regimiento de Caballería 6, y desde abril de 1915, a once meses de asentado en la ciudad de Concordia, se ha desplegado una acción educativa tan invaluable como inédita.  La importancia que tuvo y cómo se dio la misma, es lo que vamos a tratar de develar a lo largo de este capítulo.
            Ella, ha sido dispensada en favor de los soldados analfabetos y semialfabetos que se incorporaban, cada año, a las filas del Regimiento.  Estos, no sólo provenían de la ciudad de Concordia, sino de toda la provincia de Entre Ríos, y de otras como Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Santiago del Estero y Tucumán. (7)
            El corazón de esta experiencia era la Escuela Nº 27 Anexa a las FF.AA., que funcionaba dentro de las instalaciones del Regimiento.  Poseemos la nómina más antigua que encontramos, año 1966, en donde figura nuestra escuela en estudio.(Ver Anexo, Doc. Nº 2)
            Dejamos aclarado que, tanto el archivo de la Escuela como su material didáctico y biblioteca, los cuales, según el testimonio de sus actuales docentes, fueron el producto de denodados esfuerzos, fueron víctimas de un vandálico suceso del cual no se ha encontrado aún responsable alguno.  Los armarios de la escuela que contenían estos elementos fueron abiertos con violencia y muchas cosas desaparecieron "misteriosamente".  Suceso tan nefasto fue denunciado en su oportunidad por su Director, Walter Adolfo Fontán, ante las autoridades del Regimiento, a través de una nota que lleva la fecha 03 de octubre de 1990. (Ver Anexo, Doc. Nº 3 ).  Afortunadamente, han quedado, un Cuaderno de Inspecciones, que cubre los años desde 1919 hasta 1959, y unos Registros de Inscripciones, que lo hacen desde 1963 hasta 1988.  También contamos con los datos que nos brinda sobre el tema, el Libro Histórico del Regimiento 6.  En él se narran los hechos más importantes que ha vivido la Unidad en el tiempo que nos ocupa.  Ha sido muy importante la colaboración del personal docente de la Escuela: su Director, Walter Adolfo Fontán, y el Maestro, Julio Martín Pared.
            La educación que se impartía a los alumnos-soldados era ejecutada por docentes, maestros, quienes dependían del Consejo Nacional de Educación.  Este ente, inspeccionaba periódicamente la marcha de estas escuelas, con el objeto de comprobar si los objetivos propuestos eran alcanzados.
            El primer director y maestro a la vez de nuestra escuela fue el señor Armando Donnciwald.  El se hizo cargo de la educación de los noventa y ocho alumnos analfabetos, de la reciente clase incorporada de 1894.  Pero recién en el mes de junio de 1915 comenzó a figurar en el Cuadro Demostrativo del Personal y Ganado del Regimiento de Caballería 6 (en adelante: C.D.P.G.R.C.6 ), en el apartado `asimilados'.  Su labor docente, si tenemos en cuenta que para el mes de julio habían aprendido a leer ochenta y siete alumnos, y dos a escribir, fue más que óptima.
            La cantidad de alumnos exigía incrementar el personal docente.  En el mes de agosto de 1915 arribó, procedente del Regimiento 10, el Subpreceptor Guillermo G.Damreiwal.  Ambos docentes comenzaron a figurar, a partir de este mes, en el C.D.P.G.R.C.6, en el apartado `personal del Consejo Nacional de Educación'.  Un mes después, se agrega el Subpreceptor Juan Ángel Strassera, de quien se dice, según la primera inspección realizada a nuestra escuela en 1919, no tenía título. (8) (Ver Anexo, Doc. Nº 4, f.1)
            El tiempo diario dedicado a la enseñanza de los soldados conscriptos analfabetos era de dos horas; se reducía a hora y media en el período específico de instrucción militar.  En ese lapso limitado de tiempo, los maestros ponían todo su empeño en la enseñanza de las nociones fundamentales de lectura, escritura y aritmética. (9)
            Si, como sucedía en tiempos de maniobras, las clases se suspendían, luego se incrementaba el ritmo de las mismas para recuperar el tiempo perdido.  Lo importante era que los soldados superaran su condición de analfabetos.  ¡Sólo un docente podría apreciar la grandeza de este cometido y los no pocos inconvenientes que se presentarían en el afán de cumplirlo!
            Existe un dato en el Libro Histórico, respecto al Director Donnciwald y al Subpreceptor Damreiwal, que nos hacen dudar de su situación en la Escuela: en el mes de marzo de 1916, “se los dio de baja a ambos por pasar al R/6”.  Al no encontrar una explicación coherente, nosotros interpretamos, respecto al Subpreceptor Damreiwal, que éste posiblemente estaba en la Escuela en carácter de “ en comisión” y que pudo volver a su unidad de origen, el Regimiento 10, porque ya no fue mencionado más en ninguna fuente.  El Director Donnciwald, no obstante, según datos de los C.D.P.G.R.C.6, siguió al frente de la Dirección, por lo menos hasta noviembre de 1916.
            Anualmente, al realizarse la incorporación de una nueva clase, los soldados analfabetos eran detectados después de un examen de selección llevado a cabo por la superioridad militar y los docentes.  Y a estos analfabetos, casi exclusivamente, iba dirigida la enseñanza primaria de la Escuela.  El problema lo planteaba su elevado número, por lo cual se determinaba que aquellos soldados que poseían un mínimo de instrucción fueran descartados para la asistencia a clases.
            El Libro Histórico, cuando se refiere a nuestra escuela en estudio, la llama "Escuela de Analfabetos".  Por ello, deducimos que la atención prioritaria de la misma estaba dirigida a los soldados que tenían esa condición.
            La autoridad militar asistía al cuerpo docente en forma permanente, sobre todo en lo referente al aspecto disciplinario.  No hay que olvidar que se trataba con educandos-soldados, que tenían veinte años al incorporarse, y no sería raro, debido a su escasa cultura, que en algunas ocasiones (no encontramos ninguna documentada) no quisieran colaborar en su propia formación.  Merece destacarse la mirada atenta del Jefe de Regimiento de turno, sobre la marcha de la escuela.  Sin dudas que, la buena predisposición de éste y su estrecha relación con los docentes, redundaría en frutos provechosos para el alumnado.
            La labor educativa del Director Doncciwald y del Subpreceptor Strassera fue muy fructífera.  De los ciento veinte y ocho educandos de la clase 1895, incorporada en el año 1916, número elevadísimo para la tarea de los dos docentes, fueron separados de la escuela, treinta y dos en abril y sesenta en junio, por reunir las condiciones reglamentarias, es decir, saber leer y escribir.  Este resultado lo hicieron posible en un período aproximado de seis meses, lo que constituye una verdadera hazaña.
            En el mes de agosto de 1916, se produjo el traslado del Regimiento desde su asiento provisorio en la Exposición Feria, hacia las instalaciones del Saladero Concordia, propiedad del señor Eduardo Nébel.
            En ese tiempo se produjo, también, el alejamiento del Director de la Escuela, Doncciwald.  Cabe la posibilidad de estar relacionado con la visita que hizo, en el mes de noviembre, el Inspector Felipe Hernández.  Este, vertió sobre los docentes de la escuela una lista de conceptos tan desfavorables como, a nuestro juicio, injustos:
"(...) poca contracción al trabajo, falta de dedicación a la obra emprendida (...) la falta de métodos racionales empleados para la enseñanza, observando además que la organización administrativa de la Escuela era completamente irregular y deficiente, perjudicando, en consecuencia, a la institución como al concepto profesional ..." (10)
            Consideramos injustos estos conceptos porque tenemos en cuenta que en el momento de la inspección, de los ciento veintiocho alumnos analfabetos sólo quedaban veintiséis sin saber leer y escribir bien, los cuales lo consiguieron para el licenciamiento de fin de año. Estos datos nos proporcionan un saldo a favor en las cuentas de la obra educativa llevada a cabo por nuestros docentes.
            El alejamiento del Director Doncciwald, dejó solo en la difícil tarea docente al Subpreceptor Strassera.  Al incorporarse la clase 1896, año 1917, el crecido número de analfabetos de la misma, planteó serios problemas al solitario maestro.  Aquí cabe considerar cómo la Escuela no era concebida como un ente aparte del Regimiento.  ¡Era la Escuela del Regimiento!  Es por eso que el maestro realmente no estaba solo.  La autoridad militar se abrió al problema y dio un sí en pro del ascenso cultural de estos hombres que la Patria había puesto en sus manos.  Ella, secundó a Strassera poniendo a su disposición a oficiales y suboficiales idóneos para que colaboraran con él en la tarea escolar.  Los resultados del esfuerzo mancomunado los comprobó personalmente el Jefe de Regimiento, Teniente Coronel Sartori, quien en el mes de agosto, al pasar una inspección a la Escuela, separó de ella a cien alumnos porque ya sabían leer y escribir.
            Normalmente, la culminación del ciclo escolar coincidía con el licenciamiento de la clase incorporada, pero si este licenciamiento era parcial, el resto de los soldados seguía asistiendo a clases hasta su baja.
            A partir del año 1918, es notoria la ausencia de datos, en cuanto al volumen con que se venían dando, sobre la marcha de la Escuela en el Libro Histórico.  En el mes de julio, por disposición del Consejo Nacional de Educación, se sumó a nuestra escuela el Subpreceptor Tácito Baltar.  Suponemos, debido a la situación de Strassera, sin título, que se hizo cargo de la Dirección de la Escuela.  De todos modos, un año después, se encontraba desempeñando el cargo de Director interino. (Ver Anexo, Doc. Nº 4 f.1)  Recién el 27 de junio de 1920, encontramos la designación oficial del señor Tácito Baltar como Director de la Escuela, por parte del Consejo Nacional de Educación.  Los docentes, Baltar y Strassera, compartieron juntos la tarea por más de cuatro años.
            Sabemos que no es posible medir, ciertamente, el resultado de una tarea educativa.  La educación que se brinda es como una semilla buena que se deposita en el alma de una persona.  Todo docente la planta con esperanza y riega su tierra en el transcurso del año con gestos y palabras, impaciente por verla crecer.. No podrá ver mucho en tan corto tiempo, pero la esperanza permanece en él, junto con la satisfacción de haber realizado una buena acción.
            Para los convocados, hacer el servicio militar no sólo significaría un honor, sino también una gracia.  Que lo digan aquellos ochenta y ocho soldados analfabetos de la clase 1898, que fueron incorporados a nuestro regimiento, en el año 1919.  Los imaginamos en el momento de incorporarse, un poco asustados y con las manos vacías.  Y, un año después, al ser licenciados, nos parece que los vemos salir alegres, hojeando un libro o, quizás, tratando de leer cada palabra al paso, entendiendo lo que antes eran para ellos sólo símbolos que nada les decían.  ¡Sólo Dios sabe los alcances de una obra educativa como ésta!  La primera inspección que documentamos, sólo tiene palabras de elogio para éstos docentes, y es un claro testimonio de lo acertado de nuestro juicio. (Ver Anexo, Doc. Nº 4)
            Hasta fines del año 1922, los C.D.P.G.R.C.6 del Libro Histórico sólo nos mencionan como personal del Consejo Nacional de Educación, la presencia de un director y de un subpreceptor en la Escuela. (11)  Dos años después se agregó, como preceptor de la Escuela, el señor Carlos E. Nóblega, y, en el año 1925, lo hizo el señor Carlos H. Oriol.
            La obra educativa crecía y había que vencer las condiciones adversas del momento.  Por ejemplo, las tres secciones de alumnos funcionaban en un incómodo salón, separadas por un reducido espacio.  No existía un local destinado a la Escuela.  Aún el Regimiento no tenía cuartel propio.
            En cuanto a la enseñanza, el horario de clases se desarrollaba de 17.00 a 1830 horas, es decir, cuando los soldados terminaban las tareas del día.  Por lo tanto, ellos llegaban cansados a clase, con todos los inconvenientes que ello implica.
            Con la mayoría de los analfabetos, los maestros debían empezar de cero.  No les resultaba fácil enseñar a esos rudos hombres de veinte años, quienes por primera vez tomaban un lápiz y papel con la finalidad de aprender.  Debido al elevado número que se incorporaba año tras año, debían realizar un seguimiento individualizado de la enseñanza para que ésta fuera eficaz.  Para la práctica de lectura, utilizaban los libros "El conscripto" y "Ayúdate", obras que desconocemos.
            En el año 1926, renunció el Preceptor Carlos Nóblega y, al año siguiente, ocupó su puesto el señor Carlos A. Bruno.
            Las inspecciones en esta época eran frecuentes y minuciosas. En agosto de 1927, el Inspector Sebastián Laler, aconsejaba a los docentes que separaran de la escuela a los alumnos que tuvieran condiciones de preparación manifiestas, con la finalidad de dedicarse, específicamente, a aquellos que manifestaban más dificultad en aprender.  Esta actitud obedecía al problema ya comentado: el exceso de alumnos.  La extensión del analfabetismo, seguía siendo una problemática nacional.
            En este tiempo, la Escuela estaba organizada en cuatro secciones.  Si tomamos el dato en el cual el inspector referido aconsejaba que las secciones debían quedar reducidas a veinticinco alumnos, podemos deducir que el número de alumnos que poseían ellas, excedía dicha cifra, superando el total de cien alumnos.
            Nuevamente, a este punto, se diluyen los datos en nuestras fuentes.
El año 1933, trajo consigo algunas novedades.  En primer lugar, la Escuela tenía un lugar propio donde funcionaban tres secciones.  Era consecuencia del traslado del Regimiento al lugar que ocupa actualmente.  Hasta el mes de octubre, llevaban impartidos ciento sesenta y cuatro días de clases, con lo cual superaban, en ese aspecto, el promedio de la mayoría de las escuelas anexas al Ejército.
            Los programas preveían ocho meses de clases. (12)  Un mes después, como resultado de tan ardua labor, las autoridades militares decidieron premiar el mérito de los siguientes soldados: Ramón Devolver, Eudosio Cáceres, Eleuterio Nuñez y Casimiro Espíndola, calificándolos de "mejores analfabetos" y otorgándoles la baja.  Se entiende que superaron las expectativas de nuestra escuela. (13)
            Comprobamos la baja del Director Tácito Baltar de la Escuela, pero no encontramos la confirmación del hecho.  Sin embargo, hallamos ocupando su cargo al señor Nicolás A. Castillo.
            Con las Inspecciones de junio de 1936 y de mayo de 1937, cerramos la década en nuestra escuela.  Podemos decir que fue el tiempo de su mayor apogeo, desplegando una actividad tal que jamás volverá a tener.  Por contraposición, es el tiempo que sobresale por la gran ausencia de datos.  La nómina de los docentes, hasta 1937, con sus respectivas secciones, era la siguiente:
Nº O
Cargo y Nombre
Sección
Obs
  1.  
Director  Nicolás A. Castillo
F
(14)
  1.  
Preceptor Carlos Oriol
A
  1.  
Preceptor Carlos Bruno
B
  1.  
Preceptor Carlos Marsicano
C
  1.  
Preceptor Fortunato Montrull
D
  1.  
Preceptor Juan Strassera
E
  1.  
Preceptor E. Moulins
F
            El aumento significativo de los docentes y de las secciones, las cuales bien podemos suponer de veinte y cinco alumnos cada una, nos permiten apreciar la magnitud de la obra educativa que se estaba desarrollando en el marco del Regimiento.  Se brindaba educación primaria a más de ciento cincuenta soldados.  Decía al respecto, el Jefe de una inspección:
"...Se cumplen en este establecimiento los propósitos que animaron a los legisladores al darnos la Ley de Educación Común, pues se devuelven a los hogares hombres útiles en su capacidad intelectual y contextura moral." (15)
            No sabemos si el Inspector se refiere a la Ley Nº 1420, sancionada en el año 1884, o la Ley 12.119, modificación de la anterior, promulgada en 1934, con las cuales se intentó socorrer la emergencia educativa en que se encontraba el país.
            Las inspecciones fueron con el tiempo declinando en intensidad.  Eran muy eficaces e influían positivamente en el accionar de los docentes.  Los frutos los recibía el alumnado.  La preocupación de los docentes por crear en los soldados hábitos de aseo, de buenos modales y de prolijidad, no pasaba desapercibida a los ojos de los inspectores.  Los docentes ponían de manifiesto, al obrar así, su concepto claro y definido de su responsabilidad profesional y de su misión social.
            En el año 1940, se agregó a la Escuela como Subpreceptor, el señor Héctor San Román, con el cual el número de los maestros ascendía a ocho.  Dos años después, renunció a su cargo el Preceptor Carlos Bruno.  En el año 1943, ocupó su lugar el señor Mariano Cuneo.
            El Director Castillo imprimía a la Escuela una marcha segura y eficiente, cosechando elogios y admiración a lo largo de los años.  Después de una serie de reclamos obtuvo, a mediados a 1959, dirección libre.  Ello suponía más tiempo para dedicarse a las tareas inherentes a su cargo.
            Coincidentemente con el término del año 1959, finalizan las anotaciones en una de nuestras fuentes: el Cuaderno de Inspecciones.  Este, nos deja la última nómina de docentes que tenía la Escuela.  Cotejandolá con la nómina anterior, suponemos el alejamiento de los ausentes:
Nº O
Cargo y Nombre
Sección
Obs
  1.  
Director  Nicolás A. Castillo
-
(16)
  1.  
Preceptor Alberto M. San Román
A
  1.  
Preceptor Ernesto A. Moulins
B
  1.  
Preceptor Francisco Pérez
C
  1.  
Preceptor Walter A. Fontán
D
  1.  
Preceptor Juan J. Sansuerro
E
  1.  
Soldado   Emilio Hidalgo (maestro)
F
            Destacamos la presencia en la nómina del señor Fontán, en la actualidad, Director interino de la Escuela, quien con sus recuerdos completó el vacío de información existente sobre estos años.  Nos dijo que él mismo, a partir del 2 de mayo de 1960, se desempeñó como Director interino por jubilación del señor Nicolás E. Castillo, hasta el 7 de mayo de 1963.  En este año, accedió a la Dirección de la Escuela, por traslado de la Escuela Militar Anexa al Regimiento de Caballería de Chajarí, el señor José Horacio Salas.
            No queremos dejar de mencionar que, desde algunos años atrás, los docentes poseían, como valioso auxiliar de la enseñanza, el libro de lectura "Aula y Cuartel"; contaba con una “sección adelantada” del mismo nombre.  Su autor fue José de Guevara. (17)
En el año 1970, con ciento cuarenta y nueve inscriptos, la Escuela continuaba incansable su tarea. (18)  Desarrollaba un programa de estudios donde se daba prioridad a la enseñanza del lenguaje y a las matemáticas, inculcando también nociones de historia, geografía, biología e instrucción cívica.
            Respecto a la seriedad con que se llevaba a cabo la tarea docente, grande fue nuestro asombro cuando descubrimos que en la Escuela se tomaban exámenes mensuales y se confeccionaba una carpeta con los legajos individuales de cada alumno.  En ella se consignaban el nombre, los días de clases impartidos, los días de asistencia del alumno, los conocimientos que poseía al ingresar, los conocimientos que adquiría y las calificaciones que obtenía.  Estas carpetas que confeccionaban los docentes para su propio control de la enseñanza, nos dicen claramente que afrontaban con alto grado de profesionalidad su trabajo.
            En este año ,1970, se comprueban cambios en el personal docente.  Ya no se encontraban dos preceptores de la nómina anterior: San Román y Moulins.  El cargo de director lo ocupaba el señor José Horacio Salas.  Se agregaron como preceptores, Juan Eduardo Reali, José Miguel Chiarappa y Juan Martín Pared; éste, continúa en la actualidad en la Escuela.  Así, la Escuela funcionaba con seis secciones.
            Las autoridades militares, con la finalidad de incentivar a los soldados que asistían a la escuela, premiaban los mejores promedios académicos con el otorgamiento de medallas, diplomas y licencias especiales.  El día apropiado para el otorgamiento de tales distinciones podía ser la celebración del Día del Estudiante.  Sin afirmar que esto haya sido un procedimiento ordinario, imaginamos que dependería del buen tino del Jefe de Regimiento y del personal docente.  En este año 1970, los soldados favorecidos fueron: Ramón Fontana, Roque Duarte, Blas Córdoba, Ramón Ocampo, Zenón Andrada y Antonio Tagliapeno.
            El curso lectivo se clausuraba oficialmente a través de una formación de la Unidad.  En ella se entregaba a los soldados que fueron alumnos, el Boletín de calificaciones.  Tanto en estas oportunidades o en la celebración de alguna fiesta patria, no era novedad que algún docente de la Escuela hiciera uso de la palabra, refiriéndose al acontecimiento de la fecha. (19)
            El día 9 de mayo de 1979, se produjo el fallecimiento del Director de la Escuela, el señor José H. Salas.  En su reemplazo, fue nuevamente designado Director interino el señor Walter Adolfo Fontán.
Para el año 1980, se podría decir que la misión de la "Escuelita" estaba casi cumplida. El nombre de “Escuela de Analfabetos” ya no se le ajustaba plenamente.  Por este año, nos cuenta el Director Fontán, se comenzó a tomar la modalidad de inscribir como alumnos a aquellos soldados que no tenían completo el ciclo de escolaridad primaria.  Esta modalidad mencionada, como veremos más adelante, según nuestra interpretación estadística, se venía aplicando desde el año 1967.  Si el alumno cumplía los requisitos de asistencia y dedicación al estudio, al terminar el año se le otorgaba un certificado donde constaba que había culminado los estudios primarios.  Esto superó las expectativas de las escuelas Láinez. (20)
            Quien escribe, ha tenido la dicha de ver a algunos de estos alumnos "egresados", pasearse con sus "títulos", como ellos los llamaban, y sacarlos a relucir en cualquier conversación, denotando alegría, justificada por los frutos bien obtenidos a través de un gran esfuerzo.
            La siguiente estadística, que abarca un período de quince años, desde 1964 hasta 1979, nos muestra, que muy cerca de nuestro tiempo, la falta de educación primaria, completa o parcial, de los ciudadanos incorporados a las filas del Ejército, seguía siendo un problema a resolver.
            Haciendo una simple adición de los soldados inscriptos que nos muestra el gráfico, vemos que en estos quince últimos años pasaron por las aulas de nuestra escuela, aproximadamente 1.959 soldados.  Aún nos restaría adicionar cuarenta y cinco años de labor anterior que esta estadística no considera.
             Si observamos con atención los porcentajes, podemos notar la regularidad del porcentaje de alumnos inscriptos en la Escuela, durante los quince años.  Esto nos resulta paradójico, porque, lógicamente, debería notarse una disminución a medida que nos acercamos a la actualidad.



SOLD.
INCOR.
593
893
771
487
778
632
634
502
444
529
418
502

514
531
528
P
O
R
C
E
N
T
A
J
E




20,60 %






20,01 %








10,93 %



30,28 %






20,09 %



20,94 %




20,35 %



20,96 %


30,08 %



20,75 %









10,27 %







20,10 %







10,84 %






20,23 %
SOLD/
INSCR.
158
174
149
160
163
186
149
149
137
146

64

108
98
118
AÑO
‘64
‘65
‘66
‘67
‘68
‘69
‘70
‘71
‘72
‘73
‘74
‘75

‘77
‘78
‘79

             La explicación más coherente de este fenómeno, sería la siguiente: Si observamos detenidamente la estadística, en los años 1964, 1965 y 1966, como es lógico suponerlo, teniendo en cuenta el avance de la escuela pública, los porcentajes decrecen.  Sorpresivamente, en el año 1967, y a pesar de ser menor el número de soldados incorporados, que en los años anteriores, se registró el mayor porcentaje de alumnos inscriptos, que vemos en la estadística.  La causa de este hecho se explica teniendo en cuenta que, a los soldados analfabetos que se inscribían normalmente, se les agregó aquellos soldados que no tenían completo el ciclo primario, sin hacer distingos entre analfabetos y semialfabetos.  Esto explica el alto porcentaje de soldados inscriptos en el año 1967.
            Teniendo en cuenta que a partir del año 1967, es menor la inscripción en la Escuela, de soldados analfabetos, y mayor la de semialfabetos, excepto los años 1971 y 1972, se observa en la estadística una lógica curva, con altibajos, pero finalmente descendiente, en el porcentaje de soldados inscriptos en dicha escuela.
LOS ULTIMOS AÑOS DE LA ESCUELA Nº 27
Desde el año 1980, en adelante, y como consecuencia de la falta de cuidado que sufrió y sufre la educación en el país, notamos que los maestros empezaron a perder, en la consideración de las autoridades del Cuartel, ese carácter casi sagrado que los envolvía.
            Se los fue dejando, paulatinamente, "sin trabajo", no por falta de alumnos, que siempre los hubo, sino, por ejemplo, empleándolos para otra actividad, en vez de hacerlos concurrir a la Escuela.  No creemos que haya habido en esto mala intención, ni podemos afirmar que haya sido permanentemente de ese modo.  Pero era triste ver a los maestros "haciendo tiempo" para justificar su trabajo, cuando los soldados no asistían a la escuela.
            En el año 1993, se les comunicó a los maestros, que en el edificio que ocupaba la Escuela  Nº 27, se instalaría la Enfermería del Regimiento.  Así, la Escuela quedó sin edificio propio, confinada a la cuadra de un Escuadrón.
            Si no hubiera sido por el Servicio Militar Obligatorio y la implementación de estas escuelas anexas, millares de jóvenes argentinos se hubieran perdido en la ignorancia para siempre.  Porque, ya lo dijimos, para ellos fue la única oportunidad en su vida para aprender a leer, escribir y contar.
            Con sus setenta y seis años de existencia, la Escuelita del Cuartel agoniza.  Pero ¡Qué bella lección de vida nos ha dejado!
            Sea esta historia, un humilde gesto de agradecimiento a los docentes que ha tenido y tiene esta escuela, quienes con su brillante labor, hicieron tan grande su prestigio.

N O T A S  D E L  C A P I T U L O  I I
1. SOLARI, Manuel Horacio. Historia de la educación argentina. Bs. As., Paidos, [1987]. Pág. 188.
2.  COMANDO en Jefe del Ejército.  Ejército Argentino; cronología militar argentina 1806-1980. Bs. As., Clío, 1982. Pág. 307.
3.  AUBONE, Guillermo R. Organización de la enseñanza agrícola. Bs. As., El Ateneo, [1948]. Págs. 131, 132.
4.  CONSEJO Nacional de Educación. Programa de las escuelas primarias; anexas a las unidades del Ejército y la Armada. Bs.As. Tall. gráf. del C.N.E., 1946. Pág. 1
5.  CONSEJO Nacional de Educación. Programa de enseñanza para escuelas militares. Bs. As., s/ed., 1960. Pág. 3.
6.  FONTAN, Walter Adolfo. Entrevista al Director de la Escuela  Nº 27, Walter A. Fontán. Concordia (E.R.). Calle: Bartolomé Mitre 327.
7.  ESCUELA  Nº 27, Anexa a las FF. AA. Registro de Inscripción; años 1970, 1971, 1977. Concordia (E.R.).
8.  REGIMIENTO de Caballería 6. Libro Histórico. Concordia (E.R.) T. 2, págs. 7, 12, 17, 18, 19.
9.  ESCUELA  Nº 27, Anexa a las FF. AA. Cuaderno de Inspecciones. Concordia (E.R.). Ff. 43. 44.
10. REGIMIENTO de Caballería 6. Libro Histórico. Concordia (E.R.). T. 2, págs. 21, 26, 34, 38, 45, 50, 58, 66, 79, 80, 334.
11. Idem. Ob. cit. págs. 83, 91, 117, 131, 166, 272, 334.
12. ESCUELA  Nº 27, Anexa a las FF. AA. Cuaderno de inspecciones. Concordia (E.R.). Ff. 14, 20, 21, 22, 23, 25, 27, 31,39, 40, 43, 52, 77.
13. REGIMIENTO de Caballería 6. Libro Histórico. Concordia (E.R.). T. 3, pág. 49.
14. ESCUELA  Nº 27, Anexa a las FF. AA. Cuaderno de Inspecciones. Concordia (E.R.). Ff. 61, 79, 84, 85, 182.
15. Idem Ob. cit. ff. 69, 70, 80, 84, 85, s/n, 180, 182.
16. FONTAN, Walter Adolfo. Ob. cit.
17. ESCUELA  Nº 27, Anexa a las FF. AA. Registro de Inscripción. Concordia (E.R.). Año 1970.
18. REGIMIENTO de Caballería 6. Libro Histórico. Concordia (E.R.). T. 5, págs. 192, 193, 218, 220.
19. FONTAN, W. A. Entrevista cit.
20. GRAFICO ESTADISTICO. REGIMIENTO de Caballería 6. Libro Histórico.  T. 5, págs. 18 26, 38, 71, 97, 131, 149, 173, 214, 253, 277; Copia L.H., años 1971-85: págs. 3-10, f.3, 4, 5, 3-11. ESCUELA  Nº 27, Anexa a las FF. AA.  Registro de Inscripción. Años: del 1964 al 1973, del 1973 al 1979.

DOCUMENTO  Nº 1
REGLAMENTO ACTUAL DE LAS ESCUELAS ANEXAS A LAS FF. AA.
MINISTERIO de Educación (DINEA). Reglamento de las Escuelas Anexas a las Fuerzas Armadas. Bs. As., e/part., 1983. Págs. 1, 2, 7.

DOCUMENTO  Nº 2
NOMINA DEL AÑO 1966, DONDE FIGURA LA ESCUELA  Nº 27
CONSEJO Nacional de Educación. Nómina de escuelas por distritos escolares de la Capital Federal, por provincias y anexas a las Fuerzas Armadas. Bs. As., ed. part., 1966. Pág. 19.

DOCUMENTO  Nº 3
NOTA DENUNCIA DEL DIRECTOR DE LA ESCUELA  Nº 27, W. FONTAN
FONTAN, Walter A. Nota al Jefe del Regimiento de Caballería de Tanques 6 "Blandengues", Tte. Cnel. Don Eduardo Alfonso. Concordia (E.R.), 03 de octubre de 1990.

DOCUMENTO  Nº 4
PRIMERA INSPECCION A LA ESCUELA  Nº 27
ESCUELA  Nº 27, Anexa a las FF. AA. Cuaderno de Inspecciones. Concordia (E.R.). Ff. 1, 2, 3, 4, 5.


CAPÍTULO III

LA CAPELLANÍA CASTRENSE DEL REGIMIENTO DE CABALLERÍA 6 "BLANDENGUES"
ORÍGENES DE LAS CAPELLANÍAS CASTRENSES EN EL RÍO DE LA PLATA
En general, los argentinos recibimos de España como herencia la religión Católica. Nuestro espíritu estuvo siempre impregnado de esa catolicidad, la cual se manifestó a través del tiempo en todas las instituciones de nuestro país.  Y el fiel custodio de esa tradición, de esa mentalidad católica, ha sido el mismo pueblo argentino, quien siempre rechazó las ideologías foráneas y otras formas de plagio histórico.  Por ello, podemos afirmar que los capellanes castrenses fueron una institución natural en el seno de nuestro Ejército como lo fueron también en los ejércitos de España.
            La palabra capellán procede del latín, de capellanus o de capella, que quiere decir capilla, y designaba generalmente al sacerdote que obtenía alguna capellanía. (1)
            Hasta 1736, los capellanes no tenían atribuciones fijas ni gozaban de privilegios en beneficio de los hombres de armas. (2)  En este año, a pedido de Felipe V, el Papa Clemente XII dictó el Breve QUONIAM EXERCITIBUS, que fue el primer antecedente del servicio religioso castrense en el Río de la Plata.  Por él se fijaban las atribuciones, privilegios, obligaciones y deberes de los capellanes castrenses. (3)  Innovación de este documento fue la institución del Capellán Mayor, a quien el Papa confería ciertas facultades con derecho a subdelegarlas a otros sacerdotes.
            Otros documentos pontificios siguieron al anterior con los cuales la Iglesia tendía a asistir a los fieles que se encontraban en el servicio de las armas.  En 1764, el Papa Clemente XIII dictó el Breve APOSTOLICES BENIGNITATES, por el cual declaró súbditos de la jurisdicción (eclesiástica) castrense a cuantos militasen bajo las banderas del rey por mar y tierra.  Antes, había unido al cargo de Capellán Mayor del Ejército y la Armada la dignidad de Patriarca de las Indias Occidentales, quien desde entonces llevó inherente el título de Vicario General de los Ejércitos Españoles.  Este tenía facultad para delegar sus funciones en Tenientes Vicarios, los cuales gozaban de la jurisdicción que aquel les daba.  Entre nosotros ejerció sus funciones de Teniente Vicario Castrense el Obispo diocesano de Buenos Aires. (4)
            Referente a los capellanes, una Ordenanza de Carlos III de 1768 disponía, que los capellanes debían brindar asistencia y consuelo espiritual a los oficiales y soldados en forma diaria cuando estuvieren enfermos o heridos, ya sea en hospitales o en los cuarteles; que debían rezar misa de difuntos para el personal fallecido de la Unidad y llevar un registro de bautismos, confirmaciones y defunciones.  Ordenanza que tenía su autoridad en virtud del Patronato Real otorgado por el Papado a los Reyes de España. (5)
ORIGEN DE LA CAPELLANÍA CASTRENSE DE LOS BLANDENGUES
En el primer capítulo habíamos visto cómo el Regimiento de Caballería 6 "Blandengues" era la unidad más antigua del Ejercito Argentino.  Rastreando sus orígenes habíamos llegado hasta los primitivos blandengues de Santa Fe, creados en 1724.  Fue el Virrey Vértiz quien más adelante organizó a los blandengues; en 1779 les sancionó un reglamento para las compañías de Buenos Aires, por el cual les agregó, entre otras cosas, un capellán.  Por lo tanto, hasta no hallarse otro documento oficial que nos demuestre lo contrario, se debe tener como el comienzo de la Capellanía entre los blandengues, el 28 de junio de 1779, según lo dispuesto por el citado reglamento del Virrey Vértiz. (6)
ORIGEN DEL VICARIATO CASTRENSE ARGENTINO
Desde 1810 hasta la organización nacional en 1853, pasando por las guerras entre realistas y patriotas, entre unitarios y federales, el clero en general, y en particular el castrense, se vio envuelto en esa lucha de principios antagónicos. (7)
            Al producirse el movimiento de mayo de 1810, la persona que ejercía las funciones de Teniente Vicario General del Ejército era Monseñor Benito de Lúe y Riega, más conocido como el Obispo Lúe.  A él recurrió la Junta Provisional Gubernativa para el nombramiento de nuevos capellanes castrenses que acompañarían a las primeras expediciones militares.  A su muerte, ocurrida en 1812, el Cuerpo de Capellanes quedó privado de un jefe jerárquico con jurisdicción eclesiástica propia.  No obstante, la Junta fue haciendo, según las necesidades, los distintos nombramientos de capellanes.  En su sesión del 28 de junio, la Soberana Asamblea Constituyente del año XIII autorizó al Poder Ejecutivo a nombrar un Vicario General Castrense, con facultades delegadas por los Obispos de las Diócesis del país, nacionalizando de esta forma una institución ya existente y dependiente, hasta ese momento, del Vicario Castrense residente en España.  El Poder Ejecutivo nombró, el 29 de noviembre de 1813, al provisor y gobernador del Obispado de Buenos Aires, canónigo doctor Diego Estanislao Zavaleta, como primer Vicario General Castrense de los ejércitos de la Patria naciente.  Así se inició en nuestro país el Vicariato Castrense, aunque quedaría en suspenso la aprobación pontificia de tal acontecimiento. (8)
BREVE DESARROLLO DE LA CAPELLANÍA DE LOS BLANDENGUES HASTA SU LLEGADA A CONCORDIA
Según hemos visto, por lo menos desde la época del Virrey Vértiz, los blandengues han sido asistidos por capellanes en las distintas guarniciones de Buenos Aires y de la Banda Oriental donde han guardado las fronteras.  Aunque en sí mismos los blandengues eran un cuerpo miliciano, la extensa línea de frontera hacía que se dividieran a lo largo de ella, y a distancias considerables, en la custodia de diferentes fuertes: En 1760, ocupaban El Salto, La Laguna Brava, y la Matanza (9); en 1779, Chascomús, la Matanza, Monte, Luján, Salto, Rojas y otros más, de los cuales, a su vez, dependían otros fortines. (10)
            El 12 de agosto de 1779, fue designado Capellán del Fuerte de la Laguna de San Miguel del Monte, el Presbítero Juan Francisco Martínez.  En la primera misa celebrada en este Fuerte, se vio por primera vez en la Guardia a los hombres arrodillados y rezando, con la cabeza baja, ante el humildísimo altar de un pobre rancho de barro y paja, hecho en honor del Señor.  No es aventurado deducir, de acuerdo con las disposiciones tomadas por el Virrey Vértiz en este año, arriba mencionadas, que el Presbítero Martínez haya sido uno de los primeros capellanes que se les asignó a los blandengues.  El Capellán Martínez permaneció en este destino hasta el 9 de marzo de 1791.
            En el año 1797, el Presbítero Francisco Solano Báez era Capellán de los blandengues de la Guardia del Salto.  Tuvo una destacada actuación, presumiblemente junto a este cuerpo, en las invasiones inglesas de los años 1806 y 1807.  En 1810, los blandengues recibieron la denominación de Regimiento de Caballería de la Patria.  El día 25 de octubre, Báez fue nombrado por la Junta como Capellán Primero de este cuerpo, y fue ayudado en su misión por otro capellán de blandengues de la Guardia de Rojas, el Presbítero y Capellán Segundo Marcelino Herrera.  Cuando la Junta decidió el envío de la Expedición al Paraguay al mando de Manuel Belgrano, le dio el mando del Cuerpo de Caballería de la Patria.  Este, nombró como Capellán de la Expedición al Presbítero Juan José García de Arboleya.  En febrero de 1812, como hemos visto en el primer capítulo, el Regimiento de Caballería de la Patria fue disuelto, y, como consecuencia, una parte de los blandengues, pasó a revistar en el Regimiento de Dragones de la Patria. (11)
            Es digno también de mención el religioso Fray Pedro Chávez, quien había sido Capellán del Fuerte del Salto, ya que fue uno de los que firmaron el petitorio del 25 de mayo de 1810, ultimátum presentado al Cabildo en el que se le imponían los nombres de los que debían integrar la Primera Junta. (12)
            En el año 1812, el Regimiento de Blandengues de Montevideo tuvo un destacado capellán: el Presbítero y Doctor Santiago Figueredo.  Había nacido en la Banda Oriental, se doctoró en Derecho Civil en la Universidad de Córdoba y fue Rector de la misma en el año 1830. (13)
            El Presbítero Doctor Ramón de Olavarrieta fue nombrado Capellán del Regimiento de Dragones de la Patria, el 21 de diciembre de 1811.  En febrero de este año, una parte de los disueltos blandengues habían pasado a revistar en éste regimiento.  Por lo tanto, también Olavarrieta ejerció su ministerio en favor de los blandengues, aproximadamente hasta el año 1815, en que fue designado elector por la campaña de Buenos Aires para el Congreso de Tucumán.
            En diciembre de 1816, el Director Supremo Pueyrredón restableció el Regimiento de Caballería de Blandengues de la Frontera.  Uno de sus capellanes hasta noviembre de 1824 fue el Presbítero Manuel Jara, quien renunció en esa fecha.
            El 04 de agosto de 1833, fue nuevamente destinado como Capellán de los blandengues en el Fuerte Argentino (Bahía Blanca) donde permaneció hasta el año 1835. Fue relevado por el Presbítero Juan Bautista Bigio.
            El Doctor Diego Estanislao de Zavaleta fue Vicario General Castrense hasta el año 1822.  El 14 de marzo de ese año figuraba en esas funciones el provisor del Obispado de Buenos Aires, el Doctor Mariano Zavaleta.  El cual, en el mes de abril, nombró Capellán de la Guardia de Chascomús al Presbítero Manuel Eulogio Nazar.  A pesar de que un decreto de Rivadavia, del 01 de julio de 1822, declaró suprimida la Vicaría General Castrense, ésta, de hecho, nunca dejó de existir.
            Al Doctor Mariano Zavaleta sucedió en el gobierno de la Diócesis de Buenos Aires, interinamente, y como Vicario General Castrense, en 1824, un conocido capellán del Ejército llamado, José León Banegas. (14)
            El 01 de enero de 1825, fue nombrado Capellán castrense del Regimiento de Blandengues, el religioso franciscano fray Julián Faramiñán.  En 1828, siguió con los blandengues como cura vicario de la Guardia del Luján hasta el 18 de noviembre de 1842, fecha en la cual Monseñor Mariano Medrano lo destinó a Carmen de Patagones. (15)
            El Obispo Mariano Medrano había relevado de su interinato en la Diócesis de Buenos Aires, en 1831, a León Banegas. Medrano asumió en carácter de Vicario Apostólico y Obispo de Aulón; y ejerció las funciones de Vicario General Castrense hasta su muerte, el 07 de abril de 1851.
            La sucesión en el Vicariato Castrense fue la siguiente: Desde 1851 hasta 1865, estuvo a cargo del canónigo Doctor Gabriel García de Zuñiga, quien fue Capitán del Ejército Libertador.  Fue relevado por el Doctor José Sevilla Vázquez, designado Vicario Castrense en Campaña, quien estuvo en actividad hasta 1879 y, en el escalafón de `inválidos', hasta 1881.  Le sucedió como Vicario General del Ejército, el Presbítero Rizzerio Molina, hasta 1887.  El canónigo José Exequiel Córdoba fue Vicario General del Ejército desde 1889 hasta 1892, y fue sucedido, hasta 1893, por el Presbítero Celestino Pera.  En este mismo año, asumió como Vicario Interino el Presbítero Reginaldo González, quien fue relevado, al año siguiente, por el Capellán Mayor del Ejército y de la Armada, Monseñor Milcíades Echagüe.  Desde 1909 hasta 1915, Monseñor Echagüe siguió como Vicario General del Ejército. (16)  Para esta última fecha, ya había transcurrido un año del asentamiento del Regimiento de Caballería 6, en Concordia.
            Desde el inicio del período rosista de la Confederación Argentina, en el cual la Unidad comenzó un intenso peregrinar por todos los rincones de la Patria, y dejó de tener un asentamiento permanente, no parece que en tales desplazamientos hubiera sido acompañada por capellanes; al menos hasta el año 1903.  En esta fecha, el Regimiento se estableció en la localidad de Tostado, Santa Fe.  Según la Comisión de Antecedentes Históricos de Tostado, el Regimiento de Caballería 6 traía implícita la misión de evangelizar.  Suponemos, aunque no podemos probarlo, que para llevar a cabo tal misión tendría que haber traído consigo, al menos, un sacerdote.  Dentro de esta misión se incluía la construcción de templos; es así que en el año 1906, el Regimiento inició en Tostado la construcción del primer templo de esta localidad. (17)
LA CAPELLANÍA DEL REGIMIENTO DE CABALLERÍA 6 "BLANDENGUES" EN CONCORDIA
Salvo algunas excepciones, se podría decir que en el Libro Histórico de la Unidad casi no existen datos sobre la labor desarrollada por los capellanes castrenses en Concordia.  Sin embargo, a través de los testimonios de numerosos testigos, amen de los poquísimos datos del Libro Histórico, tenemos la certeza que ella existió y que fue muy fecunda en su labor.
            La primera acción documentada por el Libro Histórico sobre un capellán en el Regimiento 6, se remonta al 11 de julio de 1937.  Con motivo de “Entrega de bandera”, el Capellán de la División de Caballería 2, Matías Zeitz, ofició una misa de campaña. (18)
            Es muy probable que los capellanes que tuvo el Comando de la 2da. División de Caballería, mientras estuvo asentado en Concordia, hayan sido también capellanes del Regimiento 6.  Esto se deduce de las actividades de estos capellanes, entre las que se contaban la predicación y administración de sacramentos a los soldados del Regimiento 6.
            Cuando se conmemoró el ciento trece aniversario de la Unidad, el 10 de julio de 1939, el Capellán de la 2da. División, José Antonio Propato, ofició una misa de campaña.  Durante su desarrollo, impartió el bautismo y administró la comunión a los soldados.
            En el mes de julio del año 1941, era Capellán de la 2da. División, el Presbítero Lorenzo Quintal. (19)
            El actual Capellán Auxiliar, Presbítero Norberto Charadía, quien ha cooperado permanentemente en la elaboración de este capítulo, nos ha contado algunas anécdotas sobre esta época.  Nos decía que la designación de los capellanes castrenses recaía sobre aquellos sacerdotes que no tenían un puesto fijo y que "andaban a las vueltas".  Nos contó que por la década del cuarenta, aproximadamente, el Regimiento tuvo un capellán conocido como el Padre Mazolo.  Este sacerdote fue protagonista de hechos realmente escandalosos: tuvo varias amantes...  En una pelea amorosa, una de estas amantes murió, por lo cual el P. Mazolo fue juzgado y puesto en prisión.  No sabemos cuanto tiempo estuvo en prisión, pero sí sabemos que después volvió al buen camino, siguiendo la voluntad de Dios en su vida.  Estos tristes sucesos, pudieron ser uno de los motivos por los cuales, en adelante, la selección de los capellanes militares fuera más rigurosa. (20)
            Desde 1915 hasta 1956, se sucedieron en el Vicariato Castrense, los siguientes pastores: Presbítero Dr. Juan C. Isella (1915-1927), Monseñor Dr. Santiago Luis Copello (1927-1933), Presbítero Dr. Antonio Caggiano (1933-1935), Presbítero Dr. Andrés Calcagno (1935-1945), Mayor Capellán Dr. José Francisco Bozzo (1945), Coronel Capellán Dr. Andrés Calcagno (1945-1950), Mayor Capellán Antonio Roberto Wilkinson (1950-1955) y el Coronel Capellán Dr. Manuel Ferro (1956).
            A partir del 24 de abril de 1958, y por resolución del 22 de julio del mismo año, se disolvió la Vicaría General, que había sido nacionalizada por la Asamblea del Año XIII, según habíamos visto.( 21 )  Era consecuencia del Acuerdo convenido entre la Nación Argentina y la Santa Sede, el 28 de junio de 1957, que tuvo como resultado la promulgación del Decreto-Ley  Nº 7.623/57, por el cual se instituyó el Vicariato Castrense para las Fuerzas Armadas de la Nación Argentina.(22)  Este estaba constituido por el Vicario Castrense, un Pro-Vicario, un Secretario General, el Capellán Mayor del Ejército, otros capellanes mayores, los Capellanes Castrenses y el personal civil necesario para el funcionamiento de la Curia Castrense.
            Este Vicariato determinó, por medio de un Reglamento orgánico, la misión del Capellán Castrense:
            "...atender al servicio religioso (...) y contribuir al mejoramiento y formación moral del personal de las [FF.AA.] (...) dentro de las normas y principios impuestos por los reglamentos y leyes militares (...) es, por lo tanto, [una misión] de carácter religioso, patriótico, moral, educativo y social." (23)
            Debe quedar entendido que, cuando se habla del personal de las Fuerzas Armadas, se incluye a los soldados.  Decía Monseñor Fermín Emilio Lafitte, primer Vicario Castrense de la Nación Argentina, que "el soldado es en todos los pueblos una expresión viva de la Patria, a quien la religión bendice y no puede desconocer que es descendiente de aquellos héroes cristianos que constituyeron nuestra nacionalidad." (24)
            Entre los meses de abril y mayo de 1958, se instituyó la Capellanía Mayor del Ejército, con las mismas funciones y prerrogativas de la extinguida Vicaría General. Desde el 22 de abril de 1958, había sido designado por el Vicario Castrense como Capellán Mayor del Ejército, el Teniente Primero Capellán D. Miguel Kemerer, quien renunció seis meses después.  Asumió la Capellanía Mayor, el 08 de octubre de 1958, el canónigo Dr. Ludovico García de Loydi. (25)
            El primer capellán del Regimiento de Caballería 6, oficialmente designado el 15 de mayo de 1960, por Boletín Reservado S. 6  Nº 3.859, en Concordia, fue el Capellán Auxiliar Pedro Boxler. (26)  Este sacerdote se desempeñaba como párroco de la iglesia San Antonio de Padua, de nuestra ciudad.  En la actualidad, Pedro Boxler es Obispo de la Diócesis de Gualeguaychú, Entre Ríos. (27)  Tres meses después de haber asumido éste como Capellán del Regimiento, visitó la Unidad el Previcario Castrense de las Fuerzas Armadas, hecho puntual que nos indica la vigilancia estricta que se ejercía sobre los capellanes de unidades.
            La actividad del clero de Concordia, incluyendo al Capellán del Regimiento, sin dudas, se vio favorecida y motivada por la llegada, el 18 de noviembre de 1961, del primer Obispo de Concordia, Monseñor Dr. Ricardo Rösch. (28)
            Si bien, desafortunadamente, la actividad desplegada por los capellanes castrenses del Regimiento de Caballería 6 "Blandengues", no ha quedado reflejada en ningún documento escrito, sabemos por la tradición oral que no sólo cumplían con sus obligaciones de párrocos locales, sino también, con sus funciones y atribuciones anexas:
1.        El dictado de clases de orientación espiritual.
2.        La preparación del personal que libremente quisiera recibir los sacramentos.
3.        La celebración de misa los domingos, fiestas de guardar, misas de campaña y en otras ocasiones.
4.        La visita frecuente al personal militar enfermo.
5.        El rezo de las oraciones habituales a los difuntos de las FF.AA.
6.        La visita al personal que cumpliera sanciones disciplinarias o penales.
7.        Prestar eficaz ayuda al funcionamiento de los locales de esparcimiento para los soldados. (29)
            A cuatro años de la asunción del P. Boxler como Capellán del Regimiento de Caballería 6, tuvo realización, nada menos que en la Catedral de Concordia, un hecho singularísimo: el bautismo y comunión de soldados de la clase 1943.  Fue el día 26 de setiembre de 1964, coincidentemente con el día en el cual se autorizó a la Unidad a usar el calificativo de "Blandengues". (30)
            Hasta el año 1980, la Unidad no tuvo una capilla donde el Capellán pudiera tener los elementos del ritual litúrgico y realizar las anotaciones que correspondieran a la administración de los sacramentos.  Esta realidad nos hace suponer que los asentamientos, ya sea de bautismos como de comuniones o confirmaciones, tenían lugar en las parroquias, capillas o en la Catedral de Concordia.  Estas celebraciones eran el corolario de una semana de espiritualidad, que servía para la preparación espiritual de los candidatos a recibir esos bienes espirituales.
            El Capellán Pedro Boxler desempeñó su misión en el Regimiento 6 hasta el 1967, año en el cual fue elevado a la dignidad episcopal.  Desde este año hasta el 1974, siguió su labor en la atención de los soldados, el P. Jorge Schöenfeld, sacerdote de la iglesia catedral de Concordia.  Entre los meses de enero y abril del año 1974, fue nombrado Capellán del Regimiento 6, por Decreto  Nº 879, del Vicariato Castrense, el Presbítero Jorge Elvio Odiard, quien ejercía su ministerio en la iglesia catedral de Concordia y luego fue párroco de la iglesia Nuestra Señora del Valle. (31)
            El P. Jorge Odiard, recién apareció expresamente nombrado en el Libro Histórico, en el año 1975. (32)  Sabemos que fue un sacerdote muy querido por quienes lo llegaron a conocer personalmente.  Durante su capellanía, se produjeron dos hechos singulares que nos hablan del empuje de su accionar.  El primero, fue la apertura del libro de Actas de bautismos y confirmaciones del Regimiento, a través del cual quedó deslindado su accionar de párroco y de capellán.  El segundo, fue la inauguración de la Capilla del Regimiento, por primera vez en su historia concordiense, bajo el mando del Teniente Coronel Isidro Bonifacio Cáceres.  Este militar gozó de gran ascendencia en el cuadro de suboficiales de la Unidad, y se caracterizó por su piedad religiosa.
            El libro de Actas de sacramentos se abrió el 17 de mayo de 1978, bajo la Jefatura del Teniente Coronel Jorge Horacio Amaya.  En la parte de bautismos, se labraron hasta el año 1990, un total de ochenta y cinco actas de bautismo.  El primer bautismo de un soldado que realizó el P. Jorge, según el Acta Nº1, fue el 08 de octubre de 1977.  Correspondió a un natural de Santiago del Estero, llamado Héctor Nolasco Alvarado.  Debido a la modalidad de años atrás, de incorporar soldados de diversas provincias, se encuentran asentados bautismos de soldados concordienses y de alrededores, chaqueños, misioneros, formoseños, salteños, santafecinos y bonaerenses.
            En el año 1980, comienzan las anotaciones en la parte de confirmaciones, y se extienden hasta el año 1990.  En este período, se confirmaron un total de trescientos cincuenta y ocho soldados.  Este importantísimo sacramento fue impartido, alternativamente, por el Obispo Adolfo Gerstner y por el Vicario General de la Diócesis de Concordia, el Presbítero Daniel Zabala.
            Este Libro de Actas, no hace referencia a la administración del sacramento de la Eucaristía, que es como una consecuencia de la recepción del sacramento del Bautismo.  Tanto la administración del sacramento del Bautismo, como el de la Eucaristía y la Confirmación, suponen una catequesis previa insoslayable, que nos pone de manifiesto, aunque no se lo haya dicho expresamente, la importante tarea desarrollada por nuestros capellanes.
            Si hemos de cotejar la situación de educación primaria en que se encontraban los soldados incorporados, desarrollada en el segundo capítulo, con su situación religiosa, podemos afirmar que los hijos de esta tierra eran menos analfabetos en el sentido cristiano. (33)
            En cuanto a la inauguración de la Capilla, aproximadamente en el año 1980, fue un acto solemne que se produjo en la intimidad del Cuartel, y una realidad llevada a cabo por hombres que sostenían en serio su compromiso cristiano.  Dos años después, lamentablemente, el lugar de la Capilla fue cedido para depósito... Así, el Regimiento volvió a quedar sin capilla. (34)
            Según las firmas del libro de Actas, el P. Jorge se desempeñó como Capellán del Regimiento hasta el 06 de noviembre de 1982.  Su renuncia fue aceptada por Disposición del Vicariato Castrense Nº 1.379, del 01 de abril de 1983. (35)  Él, abrigaba el deseo profundo de dedicarse plenamente a la atención de su amadísima parroquia.  Ofrecemos el testimonio del soldado clase 1962, Juan Carlos Solís, quien nos brindó esta impresión del Capellán Odiard:
            "Lo que resalta en mí al recordar al Padre Jorge, es el gran espíritu emprendedor que tenía. Tengo grabada una frase que reiteraba a menudo, [consejo que había recibido de Mons. Rösch]: `Hay que empezar como se puede y seguir como se debe'; y, realmente, lo había hecho carne. Muchas veces lo había acompañado [desde] antes de ingresar al servicio militar, a realizar su tarea, ardua tarea, de sembrar el Evangelio en aquellos jóvenes que se encontraban cumpliendo con la Patria.  Esta tarea tenía un momento fuerte, que era la `Semana Religiosa'.  Durante este tiempo, en que su dedicación a los soldados era casi total, (...) llegaba al Regimiento donde, luego de interesarse por los soldados (...) ausentes, se dedicaba por horas a cumplir con su misión evangelizadora: la santificación de sus colimbas.  Era consciente de que para muchos jóvenes era, tal vez, la única oportunidad en la cual podrían acercarse a Cristo, y él no la iba a desaprovechar. (...) era el hermano, el amigo..." (36)
            Sí, esta impresión es cierta en todas sus partes. Al recordar a este gran pastor y amigo, que ya no está entre nosotros, la aflicción y las lágrimas complementan a la limitación de nuestras palabras.
            Desde el año 1979 en adelante, si nos regimos por el Libro Histórico, que sobre este aspecto debiera ser más histórico, pareciera como si no hubiese capellán en el Regimiento.  Sin embargo, las Actas de sacramentos y el testimonio de militares que han permanecido mucho tiempo en la Unidad, y de los que aún permanecemos en ella, nos hablan de una realidad muy distinta.
            El 18 de julio de 1983, por Decreto  Nº 1400, del Vicariato Castrense, fue nombrado Capellán Auxiliar del Regimiento 6, el Presbítero Norberto Omar Charadía. (Ver Anexo, Doc. Nº 1)  Este sacerdote comenzó de inmediato su tarea, bautizando, el 08 de octubre de este año, al primer soldado. (37)
            Nuestro actual pontífice Juan Pablo II, preocupado por mejorar la asistencia espiritual de los militares, dictó, el 21 de abril de 1986, la Constitución Apostólica "Spirituali militum curae" (sobre la asistencia espiritual a los militares).  Por medio de este documento, convirtió los vicariatos castrenses en ordinariatos militares o castrenses, de este modo, los Ordinarios militares gozarán de potestad propia, jurídicamente asimilados a una diócesis.  Se llevó así a la plenitud, la atención dispensada a los militares. (38)
            Muchos años de callada labor, llevó a cabo el Padre Charadía, con su temperamento sereno, pero fervoroso en sus sermones y creemos que también en la oración, que fue el arma secreta que movió siempre a los grandes hombres de Dios.  Muchos años pasaron hasta que la Providencia quiso que el 25 de marzo de 1994, se dispusiera nuevamente la apertura de la Capilla del Regimiento.  Fue en la ocasión de la visita a la Unidad de la Inspección General del Ejército.  El Inspector, General de Brigada Juan Carlos Mugnolo, quien venía acompañado, también, por el Capellán Mayor del Ejército, Monseñor Mario Liborio De Leone, se sorprendió, con gran sentido cristiano, de la ausencia de una capilla en la Unidad.  Dicha autoridad llamó la atención del Director de la Escuela de Caballería, en la cual se encuentra formando parte el Regimiento 6, y es así como surgió nuevamente la Capilla. (39)  La misma se abrió bajo la advocación de Nuestra Señora de la Merced.  Fundado en lo explicado anteriormente, debería considerarse como fecha de la fundación de la Capilla Nuestra Señora de la Merced, el 25 de marzo de 1994.
            La Capilla de nuestra Señora es muy pobre.  El altar, donde el señor se ofrecerá por nosotros, ha sido mandado a construir y pagado por el mismo Capellán, el Padre Charadía, ha pesar de no tener grandes ingresos.  También la cruz fue donada por este sacerdote y lo mismo la imagen histórica ampliada de Nuestra Señora. (Ver Anexo Foto  Nº 1)  La Capilla ocupa un pequeño sector del actual Casino de Suboficiales y hemos trabajado con mucho cariño y desinterés para que sea digna de la presencia del Señor.  Sin lugar a dudas que allí, en ese pequeño lugar, Dios templará a los soldados y personal permanente del Ejército, para que la entrega al servicio de la Patria sea menos pesada y más fructífera.

NOTAS DEL CAPITULO III
1.  REAL Academia Española. Diccionario de la lengua española. Madrid, Espasa-Calpe, 1984. T. 1, pág. 264.
2.  GARCIA DE LOYDI, Ludovico. Los Capellanes del Ejército. Bs. As., Cdo. en Jefe del Ejérc., 1965. T.1, págs.13 y 14.
3.  BIDONDO, Emilio A. La expedición de auxilio a las Provincias Interiores (1810-1812). Bs. As., Circ. Mil. 1987. Bibliot. del Of., vol. 728, pág. 220.
4.  GARCIA DE LOYDI, Ludovico. Ob. cit. loc. cit.
5.  BIDONDO, E. A. Ob. cit. loc. cit.
6.  MUSCHIETTI, Ulises M. Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Regimiento 6 de Caballería de Línea. Regimiento de Caballería de Tanques 6. ( En: Revista Militar. Bs. As., Circ. Mil., 1987.  Nº716, En-Abr., pág. 24. )
7.  GARCIA DE LOYDI, Ludovico. Los Capellanes del Ejército. Bs. As., Cdo. en Jefe del Ejérc., 1970. T.2, pág.21.
8.  GARCIA DE LOYDI, L. Ob. cit. T.1, págs. 42,43,44.
9.  BEVERINA, Juan. El Virreinato de las Provincias del Río de la Plata; su organización militar. Bs. As., Circ. Mil., 1935. Vol. 204-205, pág. 218.
10. MUSCHIETTI, U.M. Ob. cit. loc. cit.
11. GARCIA DE LOYDI, L. Ob. cit. T. 2, pág. 48, 35, 80, 81.
12. Ob. cit. T. 1, pág. 40; T. 2, págs. 34, 56, 57, 72, 118.
13. Ob. cit. T. 1, pág. 101,48, 49,47; T. 2, pág. 118.
14. Ob. cit. T. 2, pág. 118. T. 1, págs. 48, 49, 50.
15. COMISIÓN de Antecedentes Históricos. Libro del Centenario de Tostado. Santa Fe, Lux S.R.L.,1991. Págs. 307 y 308.
16. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues". Libro Histórico. Concordia (E.R.). T. 4, pág. 171.
17. Dir. LUQUE, A. L. de. Diario EL LITORAL.  Concordia, jueves 6 y sábado 8 de julio de 1939. Año XXXIX,  Nº 11.088 y 11.090. Pág. 8, col. 7 y pág. 1, col. 8.
18. Ob. cit. Concordia, martes 8 de julio de 1941. Año XLI,  Nº 11.677. Pág. 1, col. 6.
19. CHARADIA, Norberto Omar. Entrevista al Capellán Auxiliar del Regimiento de Caballería 6 "Blandengues", P. Norberto O. Charadía. Obispado de Concordia. (E. R.)
20. GARCIA DE LOYDI, L. Ob. cit. T. 1, págs. 50, 51.
21. VICARIATO Castrense de la República Argentina. Manual de documentación para el clero castrense. Bs. As., de. part., [1958]. Págs. 33 y 34.
22. VICARIATO Castrense de las Fuerzas Armadas de la Nación Argentina. Reglamento orgánico.(Para uso de los señores capellanes). Bs. As., ed. part.,1958. Págs. 3,4.
23. VICARIATO Castrense de la República Argentina. Ob. Cit. Pág. 29.
24. GARCIA DE LOYDI, L. Ob. cit. T. 1, pág. 51.
25.  REGIMIENTO de Caballería... Ob. cit. T. 4, págs. 326.
26. Dir. LUQUE, A. L. de. Diario EL LITORAL.  Concordia, viernes 12 de junio de 1959. Año LIX,  Nº 16.119. Pág. 6, col. 2.
27. REGIMIENTO de Caballería... Ob. cit. T.4, págs.327,348.
28. VICARIATO Castrense para las Fuerzas Armadas... Ob. Cit. Art. 15, pág. 10.
29. REGIMIENTO de Caballería... Ob. cit. T.5, pág. 20.
30. CHARADIA, Norberto Omar. Entrevista al Capellán Auxiliar del Regimiento de Caballería 6 "Blandengues", P. Norberto O. Charadía. Obispado de Concordia. (E. R.)
31. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues".  Copia  del Libro Histórico del Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 6 "Blandengues". Años 1971-1985. Concordia (E.R.), 1975: f. 5; y 1977: pág. 3.
32. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues". Actas.  Concordia (E.R.), 1978. Ff. 1 al 43; f. 1, Acta 1;  ff. 150 al 217.
33. CHARADIA, Norberto Omar. Entrevista al Capellán Auxiliar ... Entrevista cit.
34. SOLIS, Juan Carlos. Entrevista al soldado clase 1962, Juan Carlos Solís.  Domicilio: Calle 50,  Nº 1280. Concordia ( E. R. ).
35. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues". Actas.  Concordia (E.R.), 1978. Ff. 1 al 43; f. 1, Acta 1;  ff. 150 al 217.
36. GANTIN, Bernardín. (Cardenal, Prefecto de la Congregación para los Obispos.) Constitución Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II: "Spirituali Militum Curae". Los Ordinariatos militares. (En: Semanario L`OSSERVATORE ROMANO. Roma, 1 de junio de 1986. Pág.10)
37. ESCUELA de Caballería. Orden del Día  Nº 31/94 del 25 de marzo de 1994. Concordia (E.R.)

A N E X O

DOCUMENTO  Nº 1
NOMBRAMIENTO DEL CAPELLÁN NORBERTO O. CHARADIA
MINISTERIO de Defensa. Vicariato Castrense. De       a                 .  Buenos Aires, 21 de julio de 1983.

FOTO Nº 1
IMAGEN HISTÓRICA DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED
BASÍLICA de Nuestra Señora de los Buenos Aires.  Imagen histórica de la Virgen de la Merced. Capital Federal, calle: Avenida Gaona y Espinosa. 


CAPÍTULO IV

LOS BLANDENGUES EN LA HISTORIA DE LA CIUDAD DE CONCORDIA Y SU CONTRIBUCIÓN EN ELLA AL PROGRESO DE LA CIVILIZACIÓN
DESDE SUS ORÍGENES HASTA SU LLEGADA A CONCORDIA
Hemos visto, en el capítulo primero, que la creación de los blandengues en Santa Fe respondió al claro fin de preservar la vida de la pequeña comunidad que se había establecido y de hacer posible su crecimiento y desarrollo.  Por esta causa surgieron los blandengues.  Sin la contribución eficaz de estos milicos criollos, el progreso de la comunidad santafecina se hubiera visto seriamente obstaculizado, y tal vez impedido.  Las agresiones indígenas eran realmente devastadoras.
Lo mismo sucedía en la frontera de Buenos Aires.  Allí también se recurrió al señor de la pampa, al criollo, y se tomó como ejemplo la solución santafecina.  Los milicos blandengues se transformaron en los guardianes de las fronteras.  Allí, en esas fronteras, al establecerse, dejaron la semilla de muchas fundaciones de pueblos y ciudades.  Era la civilización nueva, avasallante, que avanzaba sin tregua y a costa de muchas vidas.  Pero no era una civilización devastadora, no podía serlo, porque traía consigo el mensaje salvador del Evangelio.
De este modo, los blandengues participaron activamente desde antes que naciera la Patria, en su nacimiento, en su desenvolvimiento y afianzamiento.  No tuvieron tregua en su peregrinar histórico: cambiaron varias veces de nombre y algunas veces fueron disueltos.  Pero, como el ave fénix, surgían de las cenizas.  Recorrieron, casi palmo a palmo, los rincones de la Patria, dejando trozos de progreso con su paso.  Quiso la Providencia que un día llegaran a nuestra ciudad de Concordia, y como siempre, su presencia no sería en vano.
EL REGIMIENTO 6 EN EL MEDIO CIVIL DE CONCORDIA COMO ORGANISMO SOLIDARIO, CIVILIZADOR Y PROPULSOR DEL PROGRESO HUMANO.
En el segundo capítulo, hemos tratado todo lo referente a la educación primaria que se brindó en el Regimiento 6, desde su asentamiento en Concordia.  Fue una obra fabulosa e invaluable, para la cual, el Regimiento no sólo prestó el marco adecuado, sino también, los medios indispensables y, a veces, su personal.
Que decir, también, respecto a la asistencia espiritual que han recibido los miles de soldados que pasaron por sus filas: bautismos, comuniones, confirmaciones, confesiones, misas, semanas de espiritualidad y tantas otras acciones que son como canales por los cuales Dios se comunicó con esos hombres y los perfeccionó en su ser.  Todo ello constituyó el aporte del Regimiento al plan de salvación de Dios; aporte que quedó descripto en el tercer capítulo.
Pero la ciudad de Concordia fue testigo de otras muchas cosas más, que permanecían inéditas, y cuyo protagonismo le correspondió al Regimiento 6 de Caballería.  Trataremos de develar esas acciones solidarias que nos darán una visión más acabada de este gran benefactor que aún tiene en su seno la comunidad de Concordia:  El Regimiento de Caballería 6 "Blandengues".
Un testimonio irrefutable de la realidad enunciada, lo constituyó "la ofrenda del Pueblo de Concordia al Regimiento 6", otorgada el 09 de julio de 1939, al cumplir el mismo, los veinticinco años de guarnición en Concordia.  Dicha ofrenda consistió en una placa de bronce, que se encuentra al pie del mástil de la Unidad, entregada en medio de un efusivo discurso, que estuvo a cargo del Dr. Rivara, quien fue intérprete de la Comisión nombrada al efecto por el municipio y del Pueblo de la ciudad de Concordia.  El Dr. Rivara destacó la actuación del regimiento en el orden social y en sus vinculaciones con la comunidad de Concordia. Dijo:
"[el Regimiento 6] ha sabido dejar huellas imborrables por su cultura, por su bizarría, por su disciplina y por su respetuosidad.  (...) prestando todo su apoyo moral y material al progreso local y cooperando a cuanta iniciativa patriótica, o cultural le reclamara su atención, han comprometido nuestra consideración (...) [en] el bronce recordatorio que legamos, (...) ha quedado incrustado, en el alma y en el corazón del pueblo de Concordia, vuestro regimiento..." (1)
Este tremendo reconocimiento público, a sólo veinticinco años de su asentamiento en la ciudad, puede darnos una idea de la trayectoria que seguiría este Regimiento, a través de los cincuenta y cinco años que nos separan de esa fecha.
Las catástrofes de distintos tipos son una posibilidad a la cual no escapa ninguna sociedad.  Muchas veces se pueden evitar y a ello contribuyó la Unidad con su personal, sobre todo con suboficiales y soldados.  Mostraremos algunos ejemplos de su actuación, en algunos casos de incendios y en las inundaciones.  El personal del Regimiento ha sabido remplazar a los bomberos o secundarlos en forma sobresaliente.
Cuando se produjo un incendio en los aserraderos de la firma Juan Blasco y Cía., el 19 de febrero de 1957, tuvo una destacada actuación.  Del mismo modo lo hizo sofocando el incendio producido en el negocio del señor Carabajal, comerciante de Concordia, en el año 1958.  Asimismo, en dos ocasiones documentadas, colaboró con el cuerpo de bomberos, aportando más de cien de sus integrantes, al incendiarse, en los meses de enero y febrero de 1965, los alrededores y las instalaciones del Aeródromo `El Espinillar'.  En este mismo lugar, colaboró con las autoridades de la Dirección General de Aviación Civil, de Aerolíneas Argentinas y Cámara Junior local, por el período de dos meses, en la ampliación de la pista de aterrizaje y el despejamiento  del terreno.  Intervinieron un suboficial y veinticinco soldados.
Creemos que en el tipo de catástrofes que más ha intervenido la Unidad como elemento de ayuda, ha sido cuando se produjeron inundaciones, provocadas por la crecida del río Uruguay.  En el mes de abril del año 1959, el Regimiento 6 de Caballería puso a disposición de la comunidad de Concordia todos sus medios, en socorro de los damnificados por la más grande inundación registrada en el Libro Histórico.  La zona fue declarada en estado de emergencia, y el fenómeno climatológico que azotó a la ciudad de Concordia fue llamado "Aluvión Concordia".
El Regimiento 6 de Caballería tomó las siguientes previsiones:
1.    Estableció el vivac en la pista de saltos del Club Hípico Concordia.
2.    Preparó las caballerizas de los escuadrones 1 y 2 para alojar evacuados.
3.    Distribuyó su personal en la ciudad de Concordia, divididos en cuatro subsectores, con la misión de alojar inundados:
Subsector "1", a cargo del Escuadrón Comando, trabajó en la Sociedad Rural, Escuela Fábrica, Estación Concordia Norte, Parque Chiariza, Almacén Cremonte y Obras Sanitarias. Subsector "2", a cargo del Escuadrón Armas Pesadas, lo hizo en la Escuela Belgrano, Escuela de Comercio, C.A. P., Asilo de Ancianos, Salón Santa Elena, Escuela Rivadavia y Escuela  Nº 34. Subsector "3", a cargo del 1er. Escuadrón del Regimiento, lo hizo en la Escuela Vélez Sarsfield, Escuela Industrial, Ejército de Salvación, Centro Español, Club Atlético Ferrocarril, Cine Urquiza, Policlínico Ferroviario y Círculo Italiano. Subsector "4", a cargo del 2do. Escuadrón del Regimiento, lo hizo en la Escuela Almafuerte y en la calle Urquiza Nº 263. (2)
Como pudimos apreciar, fue una distribución inusual de personal, por su magnitud, motivada por la gravedad de la situación que se vivió.  El diario local de entonces, estimó que más de cuatro mil viviendas habían sufrido los efectos de las aguas. (3)  El Regimiento adoptó una actitud de servicio que se manifestará permanentemente a través de los tiempos, y que en ocasiones, excederá el marco netamente ciudadano.  Verificamos esta última afirmación cuando en la ocasión, 26 de setiembre de 1961, un ciclón se abatió sobre la ciudad de Federal.  El Regimiento envió de inmediato una comisión de ochenta y dos hombres, los cuales no sólo no se quedaron en la actitud de simple ayuda que pudieran brindar, sino que, además, se ofrecieron espontáneamente como voluntarios donantes de sangre a efectos de socorrer a las víctimas de la catástrofe.
Cuatro años más adelante, el 25 de agosto de 1965, una nueva crecida del Río Uruguay produjo el saldo de 1630 personas evacuadas.  La Unidad estuvo presente en la ayuda y empeñó en la misma a un suboficial y cuarenta y uno soldados.
Las citas de estos hechos no reflejan ni agotan la totalidad de la acción desplegada por el Regimiento en épocas de crisis.  Sólo intentan ser un ejemplo.  Otras innumerables acciones de este tipo quedarán para siempre gravadas en el recuerdo querido de los concordienses.
Merecen destacarse los gestos solidarios de la Unidad en favor del Obispado de Concordia y del clero en general.
El día 08 y 09 de julio de 1965, fue alojada en la unidad una delegación del Colegio Cristo Rey de la ciudad de Paraná, compuesta de un sacerdote, dos maestras y treinta alumnos.  Un mes después, a pedido del Obispo, se dio alojamiento en el local donde estuviera el Comando de la Brigada de Caballería II, por tres días, a distintas delegaciones de las localidades pertenecientes a la Diócesis de Concordia, las cuales asistieron a la Asamblea Diocesana de Acción Católica.
En noviembre de este mismo año, tres soldados trabajaron durante veinte días, realizando limpieza y arreglos en el edificio del Seminario Diocesano.
Con la finalidad, suponemos, de recaudar fondos a través de su venta, el Regimiento puso a disposición de la Catedral de Concordia, el 13 de junio de 1970, a un suboficial, cuatro soldados, tres cocinas y todo el material necesario para la preparación de un locro.
En junio de este año, se otorgaron al Consejo Diocesano, camas, colchones, almohadas y mantas para disponer el alojamiento de una delegación que venía a Concordia.
Nuevamente, a solicitud del Obispo, el Regimiento comisionó a un suboficial y a tres soldados al Hogar Escuela Juan XXIII, desde agosto hasta noviembre de 1970, para que efectuaran trabajos de albañilería en dicho Hogar.
Gestos pequeños, como los que acabamos de ver, en favor de instituciones y ciudadanía de Concordia, signan una actitud permanente de los hombres de armas que pasaron por las filas de este regimiento.  Gestos que se fueron dando desde la llegada del Regimiento y que entablaron un lazo afectivo entre esta Unidad y la Comunidad de Concordia. Lazo, que con el transcurrir del tiempo, se hizo entrañable.
Se mencionan en el Libro Histórico acciones, que por su aparente insignificancia, no pudieron ser noticias en los periódicos de la época.  El protagonista de las mismas, fue el personal del Regimiento 6, y los beneficiarios, las escuelas de la ciudad de Concordia.
En el mes de octubre de 1965, una comisión del Regimiento trajo, desde Paraná, cien pupitres para uso en la Escuela Nacional  Nº 42. En la Escuela Nacional  Nº 24 "General Urquiza", desde el 02 al 28 de mayo de 1970, un suboficial y cuatro soldados efectuaron arreglos de albañilería y pintado de las aberturas.
En relación con las fiestas patrias, el 19 de junio y el 09 de julio, un suboficial y un soldado entregaron, en la Escuela Nacional Nº 39 "Manuel Belgrano", chocolate y facturas para cuatrocientos ochenta alumnos.  Con esa actividad, como con la preparación de los famosos "locros", fueron beneficiados muchos otros institutos.
Desde el 04 al 13 de agosto, un suboficial y tres soldados realizaron, en la Escuela Nacional  Nº 10 "Benito Garat", los siguientes arreglos: construyeron la base para el mástil y un muro divisorio de un local, cerraron galerías con maderas, repararon la instalación sanitaria y colocaron veinte metros de alambrado tejido.  Además, se hizo en el Regimiento, para el mismo Instituto, una puerta de dos hojas, una ventana y un ventiluz.
En este año de 1970, el Regimiento, a través de sus suboficiales y soldados, realizó obras cuyo costo real ascendería los 3.915,00 pesos ley 18.188.  Destacamos también la participación de la Sección Sanidad y la Sección Veterinaria de la Unidad.  La primera, vacunó, prestó asistencia médica, primeros auxilios y servicio odontológico a catorce personas.  La segunda, prestó atención veterinaria, empleando antibióticos, sueros y vacunas, a cuarenta y cuatro animales.
Hechos similares se llevaron a cabo a lo largo del año 1971, agregándose donaciones a numerosas escuelas, institutos y asilos, donde se entregaron material didáctico, útiles, medicamentos, materiales de construcción, elementos de pintura, herramientas, chapas de zinc y otros elementos.
Debemos un gesto de gratitud a la persona que tuvo la gran lucidez, en esa época, de no obviar en el Libro Histórico, hechos de significación tan trascendental. (4)
Si hay un hecho que no dejaba de ser noticia para la comunidad de Concordia, era la actuación de la Fanfarria o Banda militar del Regimiento 6.  Se puede afirmar, sin temor a exagerar, que no ha habido lugar de Concordia donde no haya estado la Banda, animando festejos, dando colorido a los actos patrios y deleitando a personas de diversas instituciones, con la ejecución de distintas marchas y melodías.
La fecha a partir de la cual el Regimiento 6 comenzó a tener Banda Militar, no se conoce aún con exactitud.  Pero sabemos que ya en diciembre de 1915, funcionaba a pleno y se la conocía y apreciaba en Concordia.  Debido a la creencia errónea en el Regimiento, de que la Banda recién se formó en el año 1939, ofrecemos, a continuación, tres pruebas documentales que refutan esa infundada aseveración.
El jueves 09 de diciembre de 1915, en la Sección Ecos Locales del diario local El Litoral, pareció la siguiente noticia:
"...Cuando recién empezaba nuestro público (...) a conocer y apreciar la banda del Regimiento 6 de Caballería, se difunde la ingrata nueva de que, dentro de pocos días, esa banda se reduciría a la fanfarria de clarines reglamentaria del cuerpo. (...)  Es justo decir que en su vida efímera, ese cuerpo musical deja gratos recuerdos por la valiosa cooperación que ha prestado a nuestras fiestas sociales y populares." (5)
Las expresiones del periodista, a quien podemos considerar una persona regularmente formada en su faz intelectual, fueron claras y no dan lugar a dudas sobre el tema.
La Banda existía, y la prueba de que no quedó reducida a clarines, como temía el periodista, nos la dá el Libro Histórico de la Unidad.  Este documento histórico de la Unidad, nos brindó el alta del primer Maestro de Banda que tuvo el Regimiento 6, fue el Sargento Domingo Maracci, y asumió como tal el 27 de febrero de 1917. (6)
Por último, en el mismo periódico mencionado anteriormente, el 15 de febrero de 1922, se detallaba el programa completo de una Retreta que ejecutaría la Banda:
"RETRETA (...) la banda del Regimiento 6 de caballería (...)  Ejecutará el siguiente programa: marcha; Constancia, vals; Pescatori de Perla; Barcarola; Cabecita loca; tango saludo a Calabró; marcha sinfónica;  La Argentina, marcha sinfónica." (7)
Creemos haber dejado suficientemente probada la inserción exitosa que ha tenido la Banda del Regimiento 6 en nuestra comunidad, desde 1915.
De esta manera, con su actuación en los más diversos acontecimientos, la Banda contribuyó a darles un brillo singular, predisponiendo los sentimientos de los asistentes de una forma especial.
También en la Plaza 25 de Mayo, el 09 de julio de julio de 1959, tuvo lugar la representación, por primera vez en este lugar, de la Retreta del Desierto, por la Banda y el personal del Regimiento 6.  Fue un espectáculo que congregó a numerosísima gente. Esta fiesta congregaba, en los apartados fortines y en épocas lejanas, a los rudos soldados que luchaban contra los malones.  Fue siempre, por lo tanto, un caro recuerdo en el alma de los blandengues, viejos soldados de frontera. (8)
De tal manera estuvo permanentemente ligada la actuación de la Banda en los acontecimientos locales de característica popular, que los mismos no se concebirían sin su presencia.
Queremos destacar, por último, lo que significó para el Pueblo de Concordia, desde el punto de vista psicológico, la presencia de una unidad militar en su seno.  La presencia del Regimiento dio a la ciudad una especie de seguridad natural, como la que tiene un niño cuando está cerca su padre.  Y esta relación Comunidad-Regimiento, que podríamos definirla de "familiar", no sufrió de mayor desgaste, cuando en otras partes del país y en otros tiempos, las Fuerzas Armadas fueron víctimas del desprestigio.

NOTAS DEL CAPITULO IV
1. Dir. LUQUE, A.L. de. Diario El Litoral. Concordia, jueves 5 de julio y lunes 10 de julio de 1939. Año XXXIX, Nº 11.087 y 11.091. Pág. 8, col. 1 y pág. 1, 6, 7, col. 5, 6, 7.
2. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues". Libro Histórico. Concordia (E.R.). T. 4, págs. 307, 315, 48, 319, 320 y 321.
3. Dir. LUQUE, A.L. de. Diario El Litoral. Concordia, sábado 18 de abril de 1959. Año LIX,  Nº 16.074. Pág. 3, col. 1.
4. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues". Ob. cit. Pág. 349. T. 5, págs. 49, 48, 195, 196, 197, 235.
5. Dir. BLANES, Francisco.  Diario El Litoral.  Concordia, jueves 9 de diciembre de 1915. Año XV,  Nº 4.361. Pág. 3, col. 1 y 2.
6. REGIMIENTO de Caballería 6 "Blandengues". Ob. cit. T.2, pág. 90.
7. Dir. LUQUE, A. L. de.  Diario El Litoral.  Concordia, miércoles 15 de febrero de 1922. Año XXI,  Nº 6.348. Pág. 4, col. 2.
8. Ob. cit. Concordia, viernes 10 de julio de 1959. Año LIX,  Nº 16.140. Pág. 1, col. 2 y 6.


CONCLUSIÓN
            Existe un aforismo muy difundido que dice "no se puede amar lo que no se conoce".  Por esta  razón, anhelamos profundamente que el conocimiento de estas realidades  históricas que permanecían ocultas para la  comunidad de Concordia, se difundan plenamente, para que las  nuevas  generaciones, recordando lo pasado, amen lo presente.
            Siendo el Regimiento de Caballería 6, expresión de la institución Ejército, dejamos asentado  nuestro  agradecimiento a la misma por habernos dado la posibilidad de  sentir tan de cerca su benefactora influencia.
            Sea este humilde trabajo, un sincero agradecimiento a los blandengues de ayer, de hoy y de siempre.

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